Igual
que la rama de olivo se desgaja porque no puede soportar el peso del fruto, así
me siento yo con el amor de mis hijos. Es tanto lo que me dan y me siento tan
querida, que no puedo describir las sensaciones que me producen. Noto que me
rompo por dentro al recibir tanto abono, sin el cual no podría salir la semilla
y florecer.
Siempre
pensé que padres e hijos deberían ayudarse mutuamente, sobre todo cuando los
vientos son más fuertes para una de las partes. Pero nunca imaginé que lo que yo recibiera, fuera
tan excesivo. Valoro tanto su afán de verme feliz.
Desean
que reorganice mi vida, que la llene de proyectos y actividades que siempre me
gustaron, y que ahora puedo acceder a ellos. Piensan como poder ayudarme a que
esto se realice, aunque para ello tengan que renunciar y quitarse parcelas de
su tiempo libre. En el aspecto económico son tan desinteresados, que nunca
permitirían que yo viviera a un nivel más bajo que ellos. Nunca intenté
coaccionarles para que su comportamiento fuera así.
He
querido que me vean fuerte y positiva. No quiero que lo que digo se vea como
una fantasía. Nada más lejos de la realidad. Estoy segura que hay madres que
piensan y sienten como yo, porque el comportamiento de sus hijos es similar al
de los míos.
En
definitiva, he querido decir mi experiencia y loo que yo estoy viviendo en esta
etapa de mi vida, en la que se piensa que todo está hecho, y que a mí me está
dando tantas satisfacciones. Y como madre, me siento afortunada y orgullosa de
que mis hijos tengan unos valores para saber estar en la vida, y recalcar una
vez más el pilar que ellos son para mí, y en el que me siento segura cuando
tengo que apoyarme.
Blanca
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