sábado, 28 de marzo de 2015

El fluir del tiempo





   Ayer pasamos la tarde en el Escorial, es agosto y están en las fiestas patronales. Dentro de sus festejos, este año, tenían un Certamen Folclórico de Bailes Regionales, en el que intervenían, entre otros, un grupo valenciano, otro burgalés, uno mañico que cuando cantaron la jota de la Dolores y la bailaron, con el brío caracteriza, los gritos y aplausos se salieron  de madre, y por último,  el grupo de Palencia “Jorge Manrique”, al que mi hijo había  pertenecido, los diez años que permaneció trabajando en aquella  bella y recoleta ciudad castellana.

Ocho meses llevaba Jose viviendo con nosotros, cuando sus amigos y compañeros del grupo le reclamaron, y él se unió a su grupo como cada vez que le invitaban. La actuación, estuvo  a la  altura que de ellos se esperaba. Mi hijo participó  con su antiguo grupo y el portavoz del mismo hizo mención del caso. Aclaró, diciendo al público distinguido del Real Sitió del Escorial, que con ellos se encontraba actuando un madrileño, al que ellos echaban mucho de menos, y al que le agradecían su compañía para la actuación, recordándole “que siempre sería uno de ellos”.

Fue muy emocionante para mí, que quisieran tanto a mí hijo, y que lo expresaran ante el cuantioso público, que en el grandioso marco del Escorial, los escuchaba, veía y aplaudía con entusiasmo en  sus umbrosos  y frescos jardines.

 El certamen se alargó hasta cerca de  la media noche, el ambiente era increíble por lo animado, ya que los grupos según los certámenes que hacen, se van encontrando en los lugares más insospechados. La  temperatura había bajado y cada quien tenía algo sobre los hombros para guarecerse del fresquito del Escorial cuando cae la noche

Parece que fue ayer y han pasado 13 años. Es agosto, hace mucho calor, pero se está tan bien aquí en cuanto se oculta el sol.


.        QUIRÓN 

Algo está pasando





            Hoy me he levantado y he mirado por la ventana. Un cielo encapotado, gris y húmedo. Los árboles se cimbrean con el soplo de un viento gélido. Paraguas y prisas por las calles y limpiaparabrisas como diapasones, de un lado a otro de los cristales. Noto que cada día amanece un poco más temprano y la luz vespertina dura también un poquito más.

         No estoy seguro, pero creo que ayer vi a una pareja de urracas que traían en el pico unos palitos y los iban trenzando entre las ramas del platanero que da a mi ventana. También recuerdo que al pasar por el parque, me llamó la atención la cantidad de patos, del lago cercano, que nadaban en el estanque, como buscando un lugar idóneo para traer a su pareja. Los prunos y los almendros, que atrevimiento, se han puesto sus galas coloridas como si celebraran una fiesta. El resto de árboles del parque, se desperezan de su letargo y asoman en sus ramas los nuevos brotes, como patio de vecinos con todas sus ventanas abiertas.

         Desde hace unos días, parece como si mi piel se resecase y me produjera sensación de picor y desazón. Me visto, con jersey y chubasquero y voy a comprar el pan. En la calle, la tierra huele a humedad y a savia nueva. Los loros silvestres están como locos, con sus gritos, llamándose unos a otros. Los veo en las ramas en parejas, con su bronca habitual. Los jardines huelen a mantillo. ¡Qué asco! La cantidad de excrementos de perro que se ven en las aceras. Tienes que ir mirando al suelo y sortearlas. Qué poca conciencia tienen los dueños de estos animales. En el parque existen unos espacios dedicados a las fieles mascotas, para que hagan sus necesidades fisiológicas.

         Ya huele a pan recién horneado, Hay cola para comprarlo. ¡Qué será el pan! Harina, agua, sal y levadura, forman parte de nuestra cotidianeidad, y sin él no seríamos felices. Pasteles, bollos, tartas y… torrijas. ¿Tan pronto? Todavía me estoy comiendo los polvorones que sobraron en Navidad. ¡Juventud, qué pronto te has ido! El tiempo es imparable. No descansa, no se detiene, no da tregua.

         Llego a casa, meto el paraguas en la pila, cuelgo en el baño el chubasquero, me pongo las zapatillas de casa, y le pregunto a mi mujer si ha llamado alguien. Han llamado los nietos y han preguntado por mí. Le han contado a la abuela que en el colegio les han dicho que acaba de entrar la primavera. Bendita sea.


Rabo de lagartija

El fruto del olivo





        Igual que la rama de olivo se desgaja porque no puede soportar el peso del fruto, así me siento yo con el amor de mis hijos. Es tanto lo que me dan y me siento tan querida, que no puedo describir las sensaciones que me producen. Noto que me rompo por dentro al recibir tanto abono, sin el cual no podría salir la semilla y florecer.

        Siempre pensé que padres e hijos deberían ayudarse mutuamente, sobre todo cuando los vientos son más fuertes para una de las partes. Pero  nunca imaginé que lo que yo recibiera, fuera tan excesivo. Valoro tanto su afán de verme feliz.

        Desean que reorganice mi vida, que la llene de proyectos y actividades que siempre me gustaron, y que ahora puedo acceder a ellos. Piensan como poder ayudarme a que esto se realice, aunque para ello tengan que renunciar y quitarse parcelas de su tiempo libre. En el aspecto económico son tan desinteresados, que nunca permitirían que yo viviera a un nivel más bajo que ellos. Nunca intenté coaccionarles para que su comportamiento fuera así.

        He querido que me vean fuerte y positiva. No quiero que lo que digo se vea como una fantasía. Nada más lejos de la realidad. Estoy segura que hay madres que piensan y sienten como yo, porque el comportamiento de sus hijos es similar al de los míos.

        En definitiva, he querido decir mi experiencia y loo que yo estoy viviendo en esta etapa de mi vida, en la que se piensa que todo está hecho, y que a mí me está dando tantas satisfacciones. Y como madre, me siento afortunada y orgullosa de que mis hijos tengan unos valores para saber estar en la vida, y recalcar una vez más el pilar que ellos son para mí, y en el que me siento segura cuando tengo que apoyarme.


Blanca

sábado, 21 de marzo de 2015

La duda





       Desde que tengo uso de razón, siempre me ha asaltado la duda en cualquier momento de la vida, al tener que elegir una u otra alternativa. Llorar o reír, estudiar o jugar, dormir o soñar.

       Nos movemos por impulsos, aunque en nuestro mecanismo influyen varios factores que puedan determinar nuestra decisión. La razón y el corazón están echándose un pulso constantemente. En la vida encontramos muchos binomios o alternativas: el bien y el mal, la cordura o la locura, el miedo o el valor.

       Analizando mi trayectoria, contemplo las tesituras que la vida me ha puesto en el camino y hoy, a tiro pasado, voy puntuando desde mi perspectiva de una vida actual tranquila y sosegada, las decisiones tomadas. He puesto en la balanza las que creo positivas, las mejorables y las que nunca debería haber tomado. He llegado a la conclusión de que entre todas, he tenido una existencia aceptable.

       ¿Qué habría cambiado si en alguna de las disyuntivas hubiera dado por buena la otra alternativa? Habría cambiado totalmente el discurrir de mi trayectoria.

       No cambiaría nunca el dictado que mi corazón me dio al elegir a mi compañera de viaje, teniendo en cuenta que ella también me eligió a mí.

       No cambiaria mi lucha por conseguir una existencia, para mí y los míos, plena de emociones y sentimientos, para nada aburrida, con altibajos que te empujen a superarte, con cansancio como recompensa a tu esfuerzo, creando a tu alrededor una vida social sólida y enriquecedora.

       No cambiaría ver por primera vez la cara de mis hijos y escuchar el latido de su pequeño corazón. Hijos deseados y recibidos con todo el amor que somos capaces de sentir los seres humanos.

No cambiaría cumplir años junto a mis seres queridos, y desear reunirlos a todos en el próximo.

No cambiaria recordar con cariño a todos los que han contribuido a forjar mi espíritu, familiares, amigos, compañeros, que ya han cumplido su ciclo vital.

No cambiaría….

Creo que no me va a dar tiempo para escribir lo que sí cambiaría, porque todavía me quedan infinidad de vivencias positivas por contaros.

La vida es única y no podemos dudar. ¡Hay que vivirla!

Rabo de lagartija

Ya pasó





            Ahora ya ha sucedido, ya pasó lo que menos temía, otra juventud ha ocupado el lugar de la nuestra. Mi cuento termina y otro empieza. Denme por muerta. Todo lo que soy capaz de recordar me hace daño. La vida de antes se ha terminado, y esta  es la vida de ahora. No es problema, como pudiera parecer, seguramente es una buena solución…

De tantos muertos guarda una el dolor y la obligación de seguir viviendo como sea, de otra manera y sobre todo mañana. Pegarse a una parte de su propia vida, es morir cada día, ser capaz de recordar e imaginar en la misma medida es seguramente estar viva.

Al final se descubre lo evidente, y es que el pasado no pasa nunca, el pasado es el presente o la materia de lo que está hecho el presente y que nos guste o no, nada de lo que somos se entiende sin la Guerra Civil, porque la Guerra Civil, es nuestro mito fundamental, y quién sabe si el más decisivo de su historia. Nada ha conformado  de tal manera la vida de los españoles del S XX  y lo que va del XXI, que todavía  está lejos el día en que la sociedad de esta tierra,  se pueda sentir libre del peso y la sombra que arroja aquel funesto conflicto.

          “Que peso y que sombra tienen estos textos”… “Es y era la aureola  de la silueta, luz absorta en el polvo, absuelta en humo. El humo vomitaba fuego, vómito de humo en el humo,”  


Quirón              

¿Tardaremos en erradicar el machismo?







Hace unos años salió la ley integral y la ley de la igualdad para la mujer, pero muchos hombres se creen que están por encima de cualquier ley.

A pesar de la ley, es difícil de cambiar la mentalidad de una sociedad. De cada mujer maltratada, no sólo son ellas, también están los hijos. Estos hombres no reconocen su problema.

En 2011 hicimos una entrevista a la Directora General de la Mujer en Alcorcón, que resultó ser muy interesante. Había una casa de acogida, y nos contó las medidas que se habían puesto en marcha, como un sistema de GPS que dependía de los juzgados y de la policía. También nos dijo que la teledependencia estaba dando buenos resultados.

Han pasado siete años y seguimos con la lacra de la violencia de género.

En otras culturas es mucho más evidente la discriminación y la desigualdad, por lo que tardarán más en solucionar el problema.

Hace no muchos años, con los chistes, refranes, dichos populares y canciones, se fomentaba este machismo. Hemos soportado una evidente situación de desigualdad  social, económica y legal y creo que estamos muy lejos de solucionarlo. Tenemos bastante que rectificar, hombres y mujeres al unísono. Tenemos que transmitir una educación de igualdad, que como no se ha recibido, es difícil de llevar a cabo. Sobre todo, porque los hombres no quieren dejar sus privilegios adquiridos durante tantos años.

También habrá hombres victimas de mujeres, pero la Directora General de la Mujer nos dijo que esto sucede en casos mínimos, aproximadamente un 99% sucede a mujeres.

Entonces se pedía la colaboración de la sociedad y de la familia, había y sigue habiendo mujeres que no se atreven a denunciar.

La Iglesia en este sentido siempre ha estado siendo cómplice, de alguna manera, del maltratador, y si alguna mujer se quería separar, nunca estaba de acuerdo. El sacramento del matrimonio se imponía sobre todas las cosas, y aún hoy en día, sigue estando en la misma línea.


Belades

Pensamientos sobre la arena





Manuela caminaba despacio por la orilla de la playa, desierta a aquellas horas de la noche. Bajo sus pies percibía el cosquilleo de la arena, al tiempo que le llegaban los sonidos de la noche y  el mar le ofrecía la imagen de la luna dejando su luz sobre sus aguas, creando así imaginarios pececillos plateados, que juguetones saltaban sobre las olas antes de llegar a la orilla.

            Durante un tiempo se quedó mirando la unión del mar con la luna y el camino que se abría desde la orilla hasta el horizonte, donde la luz se hacía más intensa. Cerró por un momento los ojos para guardar en su mente la imagen, cuando de pronto sintió en sus pies la caricia del agua. La sorpresa se dibujó en su rostro. No sabía cómo había comenzado a caminar por el sendero que se abría sobre las aguas. Con la sorpresa aun reflejada en su rostro dio media vuelta, buscando un lugar donde poder hablar y escuchar las voces que le llegaban de su interior. Sus pasos se encaminaron hasta unas rocas próximas al lugar donde se encontraba. Una vez allí miró a su alrededor. En aquel lugar reinaba el silencio, que era roto por las pequeñas olas que llegaban a la orilla. Sin dudarlo un instante se sentó sobre la arena, con la mirada perdida en la distancia, al tiempo que los pensamientos se  iban alineando en su mente y, como si de una margarita se tratara, los fue dejando sobre la arena, sintiendo cómo el alma se aligeraba de peso y se dejaba vencer por el ensueño.

             Y sus sueños se llenaron de imágenes casi olvidadas, que se mezclaban con el susurro de las olas al romper sobre la playa.

             Cuando abrió de nuevo los ojos, pensó si todo aquello había sido fruto de su imaginación, pero al mirar la arena, vio los pensamientos escritos en letras invisibles sobre ellas.

             La mujer espero un tiempo antes de iniciar en camino de vuelta. Volvió de nuevo la vista a las tranquilas aguas. Después, muy lentamente, los fue recogiendo   uno a uno depositándolos de nuevo en su mente. Cuando hubo terminado se puso en pie y comenzó a caminar, de regreso hacia las luces que la llevaban hasta las primeras casas. Atrás quedaban las huellas de los pensamientos descansando sobre la arena.


IRIS

Rogando a Eros





                   Llamé a la puerta y no me contestaron.
Llegué suplicando amor,
rogando una chispa de cariño,
suplicando una palabra de pasión,
mendigando un favor de Eros.

Mi corazón lloraba por amor.
Por un amor que no era tal,
porque fue una confusión,
cuando uno piensa en amor
y el otro piensa en pasión.

Me reprocho mi humildad,
me duele mi cobardía,
me siento frágil y triste,
como perdido en las nubes,
como el niño que se pierde en un tumulto.

Qué difícil es amar
y ser amado a la vez,
cuando hay amor de verdad,
y otros van por el placer.
Y así, no puede triunfar.

Y entre tanta confusión,
cuando aparece una flor,
hay quien la corta del tallo,
y una vez seca y marchita,
se olvida y se apaga para siempre.


Trotamundos

Fuente de vida




       Muere el gélido invierno, y una nueva estación nace entre notros cargada de belleza, energía y de luz. Es un hermoso regalo que nos hace la Naturaleza, para compensar los días de nieve y frío, al calor del hogar, y que nos invita a disfrutar de todo su esplendor.

       La primavera es fuente de vida. Los árboles, desnudos durante el invierno, ahora se visten de gala para dar sombra al verano. Las flores, al amor del sol y la luz, nacen para dar una bella estampa, y deleitarnos con sus aromas.

       Las reses pacen en los prados, tranquilas, como reinas en su entorno.

       El sol madruga y da luz al nuevo día para después, al atardecer, regalarnos sus bellos ocasos, que llenan el cielo de diversos colores.

       La belleza exuberante de esta maravillosa estación, hace que se la considere la reina de todas, y se la denomina la estación del amor.

       Los almendros y cerezos compiten en hermosura, con sus colores blanco y rosado, creando una imagen bellísima. Es una delicia pasear por el campo aspirando sus olores, escuchando el canto de los pájaros, e imaginando cómo dan de comer a sus polluelos.

       La primavera es como la pubertad en el ser humano. Es alegría, torbellino de emociones. Todo es luz, armonía, pasión. Afloran los sentimientos, se encienden los corazones. Tiene el privilegio de inspirar a músicos y poetas.

       Coqueta y descarada, enamora con su belleza y juventud, sabiéndose deseada, y trata de aprovechar los tres meses de su corta vida como un vendaval, que enloquece y embriaga.
       ¡Eres luz, vida y colora, bellísima primavera!


                        Torrente de vida y luz,
la savia nueva ha nacido.
Los almendros y cerezos
se visten de blanco armiño.

Ya el olmo viste sus ramas,
desnudas en el invierno.
La hormiga vuelve a la vida,
después de su largo encierro.

La belleza a flor de piel,
se rinde ante el dios Cupido.
Los pájaros se enamoran,
y luego forjan sus nidos.

Pronto despierta la aurora,
para ver salir el sol.
Noches de luna y estrellas.
Es la estación del amor.

Afloran los sentimientos,
y se embriagan los sentidos.
Se ensanchan los corazones,
como el caudal de un gran río.

Un corcel de blanca espuma,
galopa entre los trigales.
La yegua le coquetea,
para luego aparearse.

Cupido lanza sus flechas,
pudiendo herir a cualquiera.
Risas, suspiros y besos.
Aromas de primavera.

Exuberante belleza,
torbellino de colores.
Primavera es vida en flor,
y mezcolanza de olores.

Hay belleza en los jardines,
Petunias, lirios y rosas.
Clavelinas y azucenas,
Y en los campos amapolas.

Pasear por la campiña,
Oliendo a jara y romero.
Se alimentan los sentidos,
es un regalo del cielo.

Es así, la primavera,
de todas las estaciones,
¡la más bella… la primera!

Luna   

El paseo





        Llega el ocaso de la tarde, voy a salir a pasear. Necesito sacarme de encima lo cotidiano, lo de todos los días, las mismas faenas reiterativas, que a veces las haces con desgana, desidia y aburrimiento.

        Me preparo para andar. Me pongo el chándal y las zapatillas, atuendo que generalmente todos llevamos para hacer deporte. Llamo a mi hija y salimos presurosas, con el ánimo dispuesto para darlo todo. Nos acoplamos una al paso de la otra, procurando no entorpecernos en el andar, pues a veces, charlamos con vehemencia y euforia, y eso hace que pierdas el ritmo y te descontroles mientras caminas, y tropiezas.

 Muchos días me siento predispuesta a poner mis cinco sentidos en todo lo que la vida me ofrece, como ver los almendros en flor, tan bonitos en esta estación como es la primavera. Dejarse endulzar la vista por el colorido de la naturaleza. Sentarte en la orilla del camino, en la hierba descalzarte, mirar el azul del cielo, que nunca antes lo habías visto tan intenso. Abrir tus pulmones y dejar que el aire traspase todos los poros de tu piel. Contemplar a los niños jugando por el parque, con sus risas ingenuas y su mirada limpia. Y relajarme en la penumbra de la tarde, dejando volar mis pensamientos. Y que cada uno de ellos vaya a su destino, es como si una nueva energía te hiciera sentir más viva y receptora a todo lo venidero.

        Me satisface ver como un simple paseo, es capaz de hacerte reflexionar y disfrutar de las maravillas que te ofrece la vida.


Blanca

sábado, 14 de marzo de 2015

Invéntame 5315





Ella es un enigma. He investigado  con mucho sigilo las andanzas sinuosas de esta dueña del tiempo y del  espacio. Parece inmutable. Y he descubierto  que vive rodeada de incesantes vaguedades, lo que me ha hecho pensar mal  con  manifiesta avidez. Se  está guareciendo, su tapadera vegetariana es una manera perfecta de bordear el camuflaje al lapso de su tiempo.
 
No puede postergar su repudio por los jerarcas, y la suelo pensar con la clara y mala intención de servir al integrismo islámico. Estoy segura. Se dedica a chatear y engatusar a chicas/os, que desilusionados, con o sin trabajo, son fáciles de convencer entre las evocadoras promesas que ella  propone con gran denuedo: la gloria de aspirar a una vida mejor entre los suyos, conseguir el cielo  de Alá lleno de huríes o convertirse en héroes para siempre en la historia de su país, así, como la promesa de prosperidad de sus padres y familiares. Ellos mismos se ven como los salvadores de la sharía gloriosa del Estado Islámico.

Pensar en la maldad que encierra esa apariencia de mujer sencilla con un fervor especial por la agricultura. Me tuve que poner en su lugar y pensé, si a mí me encanta chatear, Twitter… Y Ella viviendo sola… y buscado, encontré su rastro: la muy malvada mujer posee un Master en ingeniería electrónica concedido en Silicón Valley con un enlace especial, un servidor privado de correo, únicamente para su fatal función. Esa fue la comunicación directa del pentágono.  En la zona chatea como lo que aparenta, una blogrera superficial y con poca maña, donde vende sus mermeladas y hortalizas.

  Atención, atención… la malvada mujer ha desaparecido desde hace una semana.  Cuidado si alguien la encuentra, que lo comunique de inmediato. El mundo corre peligro.


QUIRÓN            

miércoles, 11 de marzo de 2015

La toalla





El autocar me dejó en la mismísima playa. Eché a correr como un poseso. Me fui descalzando y quitándome la camiseta a trompicones. La arena quemaba las plantas de mis pies, pero no me importaba. Saqué con prisas la toalla de baño, las cremas, las zapatillas y las gafas de sol y las coloqué desordenadamente en un pedacito de arena libre que quedaba a la orilla del mar. Llevaba puesto ya el bañador por lo que nada me impidió salir corriendo y tirarme sobre la primera ola que rompía al borde de la playa. Qué sensación el primer baño de mar ese verano. Nadé como si me persiguiera un tiburón, saboreando el regusto a salado y la sensación de picor del sol al calentar las gotas de mar en mi espalda.

Gocé como un niño pequeño en su hora de baño. Hice cabriolas, atravesé por debajo las olas, me mecieron las mismas haciendo el muerto. Al cabo de un buen rato de desfogar mis ansias de baño, busqué con la mirada el borde de la playa para tratar de descubrir dónde había dejado mi toalla. No había fijado ninguna referencia antes de meterme en el agua por lo que desde lejos no descubrí mis pertenencias. Bueno, era cuestión de salir del agua y recorrer bien a derecha o a izquierda el borde hasta localizar mi toalla, con sus dibujos en verde y marrón. Cuando ya hice pie fui caminando en vez de nadar. A los pocos pasos noté algo que me rozaba en la ingle. Algo meloso y suave. Bajé la vista y apenas pude descubrir una especie de seta grande, transparente, que se desplazaba hacia un lado. Una medusa. Sólo de pensarlo ya me picaba la zona que había tenido contacto con ella. Me apresuré a salir y miré a ambos lados. Nada. No se veía mi toalla por ningún sitio. La marea me habría desplazado sin darme cuenta. Comencé a caminar hacia donde mi intuición me llevó. La picazón iba en aumento pero evitaba rascarme, debido a lo delicado de la zona.

Qué alivio. Por fin descubrí mi toalla. Al parecer habían puesto otra pegada a la mía y habían plantado una sombrilla en medio. Qué bien. Me senté en ella, alargué la mano y cogí el tubo de la crema sin mirar. Lo destapé, unté una buena porción en el dedo y, tapándome con parte de la toalla, me froté la parte picajosa, notando en principio un cierto alivio. Cómo el bañador me rozaba bastante donde me picaba, decidí quitármelo, enrollando la toalla a mi cintura. Decidí irme a buscar el apartamento que tenía contratado. Al echar a andar divisé a dos espléndidas jóvenes que venían corriendo hacia mí, haciendo aspavientos con los brazos. Intrigado, esperé a que llegaran a mi altura. La primera que llegó, trató de quitarme la toalla enrollada en mi cuerpo, al tiempo que vociferaba como una loca que era suya. Forcejeamos y en el tira y afloja, me quedé como Dios me trajo al mundo. No se cómo, conseguí convencerla para que me dejara la toalla mientras aclarábamos el tema.

Quedó claro el malentendido y fuimos los tres por la playa hasta que encontramos mi toalla. Hasta última hora no me acordé de la crema que me había dado y al comentarlo, entre risas, me dijeron que el tubo contenía una crema colorante para teñir de rubio el pelo. No quise ni pensar, cuando volviera a mi casa, qué explicación creíble contaría para justificar el nuevo color de mi vello púbico. No obstante, tengo que decir, que la joven de la toalla se ofreció amablemente para facilitarme un producto que me aliviaría los picores. Esa tarde pasé por su apartamento a recogerlo. Se me hicieron cortísimos los quince días de playa y sol que disfruté ese verano.


Rabo de lagartija

Dos por uno





            Durante la semana estamos deseando que llegue el fin de semana para tomarnos un pequeño descanso. Nos levantamos más tarde, no estamos pendientes del despertador y nos proponemos que la mañana del domingo sea tranquila  y sin las prisas de los días de diario.

            Después del desayuno bajamos a comprar el pan y el periódico para echarle una ojeada. En fin que nos sentimos relajados aunque sea por un tiempo. En este estado de relax me encontraba, cuando recordé que le había dicho a mi mujer que tenía que ir al lavar el coche. Me puse el chándal y decidido, me dirigí hasta la puerta de la calle. Antes de salir me asomé a la cocina donde mi mujer preparaba la comida y le dije: “me voy a la estación de servicio”, a lo que ella me contestó que no me retrasara mucho, pues estaba preparando la comida para cuando llegaran los chicos, que no  tardarían. Ya en la calle me encaminé hasta donde estaba el coche aparcado. Le miré, allí estaba él lleno de polvo, en los cristales unas manchas que no se sabía su naturaleza. Por un momento me invadió un sentimiento de culpabilidad por mi abandono, y dándole una palmadita le dije: “te voy a dejar como nuevo”.

            Con este ánimo me encaminé hasta la gasolinera. Cuando llegué, comprobé que había bastantes coches esperando a ser lavados. Esperé mi turno, y cuando éste me llegó,  situé el coche en el túnel de lavado con las ventanillas  y puertas cerradas.

            Y comenzó el lavado. Desde el interior del coche podía ver caer el detergente y el agua sobre él, al tiempo que unos rodillos de finísimas tiras empezaban a girar a su paso. Desde el interior yo seguía todo el proceso de lavado. De pronto todo el mecanismo dentro del túnel se interrumpió. El tiempo pasaba y la maquinaria seguía sin moverse, lo que me hizo pensar en una avería. Esperé a que el encargado me informara de lo sucedido y, como nadie acudía en mi ayuda, decidí salir del coche. No hice nada más que salir del vehículo para dirigirme a la salida, cuando la maquinaría se puso de nuevo en funcionamiento. En ese momento sentí como caía sobre mí la cascada de agua, acompañada del detergente. Los cepillos me rodearon como si fueran enormes manos y sus finísimos hilos se me antojaron como si fueran miles de dedos, que flotaban mi cuerpo con enérgicos manotazos, al tiempo que el agua comenzó de nuevo a caer sobre mí.

            No sé el tiempo que duró el lavado.  Cansado y resignado me deje caer sobre el capó del coche mientras los raíles seguían rotando sacándonos hasta el exterior, dando así por finalizado el lavado.

            El servicio había sido completo. Mi coche y yo habíamos sido lavados: DOS POR UNO.


IRIS

Plegarias al viento





                        Vacilante, dudoso, ausente,
                        como perdido en la oscuridad,
                        sin ideas, sin valor ni fuerzas,
                        lelo, como el eco ausente de la soledad.

                        Caminar con el paso vacilante,
                        sin tener un rumbo cierto,
                        sin pensar donde se pisa,
                        sin lograr un camino que esté abierto.

                        Era en la mañana un sol radiante,
                        y a mis ojos, todo estaba muy nublado,
                        mis sentidos no veían a dos pasos,
                        caminaba y caminaba, pero no hallaba el poblado.

                        En la mente se hacen nubes de colores,
                        y también se hacen historias repugnantes,
                        unas veces se evaporan como el humo,
                        y otras veces permanecen más constantes.

                        Si guardamos los temores y las dudas,
                        y amasamos los desvelos y dolores,
                        acabamos pareciéndonos a Judas,
                        y no vemos una vida de colores.


Trotamundos

Prisioneros del vil metal





                            ¡Pobres seres!, que viven día a día
                            pensando solamente en el dinero.
                            Carentes de valores, pordioseros,
                            ven en la ostentación su fiel amiga.

                            Es su patria y su ley la vil moneda.
                            Ver su cuenta corriente es un orgasmo.
                            Ganancias hábilmente van sumando,
                            no importa de qué forma ni manera.

                            ¡Me repugna y me hiere su ceguera!
                            No saben de bondades ni altruismo.
                            Triunfar en trapicheo y egoísmo,
                            es su filosofía verdadera.

                            No valoran amigos ni familia.
                            Su amante más valioso es el dinero.
                            Lo cuentan cada día con esmero,
                            lo adoran, lo idolatran, lo acarician.

                            ¡Qué lastima me das hombre de piedra!
                            Tu alma desierta es un jardín sin flores.
                            Huerto yermo, sediento de valores,
                            y trepa tu ambición como la hiedra.

                            ¡Qué lástima me das hombre de paja!
                            Tu religión, es la banal riqueza.
                            Mientras tu alma se ahoga en la pobreza,
                            adornarás con oro tu mortaja.

Luna

Consumismo





                   Consumir por consumir
                   es el lema cotidiano,
                   sin pensar que hay muchos seres
                   que se mueren a diario-

                   Andamos tan ciegos siempre,
                   que no conseguimos ver
                   la tristeza de la gente,
                   en este mundo cruel.

                   Sé que está muy repetido,
                   y por repetido que esté,
                   necesitamos oírlo,
                   para entenderlo muy bien.

                   Tenemos el corazón cerrado
                   a quien necesita creer,
                   y si ayudamos un poco,
                   la ilusión puede volver.

                   Si con un pequeño esfuerzo
                   lográramos entender,
                   que en nuestras manos tenemos
                   el poder retroceder.

                   Y girar la bola del mundo,
                   y girando hacerla parar
                   en un mundo más solidario,
                   y allí poder aparcar.

                   Igual es un sueño bonito,
                   del que n o quiero despertar,
                   porque cuando abra los ojos,
                   todo volverá a ser igual.

                   Pensando al mismo tiempo
                   que con tanto consumir,
                   ¿encontramos lo que buscamos
                   y somos felices al fin?

Blanca