sábado, 31 de enero de 2015

A veces, apago la televisión





         Me estoy planteando ir al psicólogo. Tengo una confusión en mi cabeza, respecto a los programas televisivos que nos echan últimamente. Hay programación educativa, informativa, de entretenimiento, concursos, debates culturales, políticos y sociales. Y también lo otro. Eso que llaman reality, donde meten a una serie de personas encerradas en una casa, a ver que pasa.

            Tengo que decir, que cuando son personas anónimas, me engancho porque me gusta  observar y analizar las reacciones humanas en momentos extremos. Valoras reacciones, las comparas con lo que tú crees que harías y, unas te gustan y otras no. Acabas tomando partido por los que más se asemejan a ti, los más débiles o a los valores que más se acomodan a tu filosofía de vida. Pero lo que no aguanto es la versión VIP del programa.

            La traducción al español de las siglas VIP, corresponde a Personas Muy Importantes. Y ¿a quién meten? La mayoría están por ser “el o la de”. El hijo de, la ex de, la novia del hijo de la mujer de, La hija del trabajador de. Muy pocos están por ellos mismos y, tampoco alcanzan el grado VIP. Cantantes venidos a menos, echadores de cartas desconocidos. Varios han participado en diversos concursos, donde se han dado a conocer, bien como concursantes o como tertulianos. Alguno tiene una profesión específica reconocida, pero se han dado a conocer por aparecer en televisión por algún escándalo amoroso, etc. Yo la llamo la versión VIF (frikis).

            Bien. Han entrado en la casa. La mayoría dice que han entrado por la experiencia y la convivencia. ¿Convivencia? Le han dado a cada uno un arma cargada de antipatía, desconsideración, prejuicios, homofobias, machismo, racismo, clasismo y deseos de ganar sea como sea. Se olvidaron de darles el escudo de la comprensión, la bondad, el humanitarismo y, sobre todo, la educación y el respeto. Es la ley de la jungla. Sobrevive el más fuerte.

            A veces, apago la televisión y me pongo a leer un buen libro o a escribir lo que siento en ese momento, aunque sean tonterías que a nadie le va a interesar. Pero me descarga la tensión acumulada y me sirve para reafirmar mis principios, a la vez que me relaja hasta el próximo día que me enganche otra vez al programa.


Rabo de lagartija

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