Aquellos que nacimos abrazados a la
miseria, a principio de los cuarenta, ya no nos dejamos engañar ni por unos, ni
por otros, aunque alguno sí se crean que nos llevan al huerto con sus
palabritas muy bien pensadas, para que se les conviertan en votos. La verdad de
un pueblo no son los unos ni los otros. La verdad es que el pueblo coma, que
estudie, que trabaje, que se le presten los servicios necesarios para una vida
digna y, cada día, sea eso, vida.
Las palabras ya sabemos que se las
lleva el viento. Las promesas no se cumplen y los discursos, se llevan muy bien
escritos, para que no se diga algo que luego les pese. Dice el refrán, “que no
es lo mismo predicar que dar trigo”. Y eso es lo que nos ha pasado, de ser los
campeones a pasar al descenso. Y una vez que se baja de nivel, es muy difícil
volver a ascender.
Con palabras bonitas no se llena la
olla de los garbanzos. Y es mejor comer todos los días, que esperar promesas
que luego, nunca llegan. Los pasos hay que darlos seguros, no se puede ir dando
tumbos por la vida, como los borrachos. Las cosas hay que hacerlas con sentido
común, y ver la realidad.
Ponerse detrás de un micrófono,
sentarse en un plató de televisión, es muy fácil para algunos. Ofrecer todo con
el interés de lograr votos, ya lo hemos visto muchas veces, con discursos muy
bien realizados por asesores muy expertos en política. Pero luego, todo se
queda en el tintero, y de lo que dije, no hay nada. Ya estamos hartos de que
nos cuenten batallas, que luego sólo son argumentos para lograr sus deseos, y
después, que cada cual sujete su vela.
Lo más importante de una nación, es que
se pueda dar trabajo a todos. Que ese trabajo nos proporcione un salario
suficiente para vivir, y no mal vivir. Tener los derechos básicos de un país
democrático, que la justicia sea eso, y el que roba, que sepa lo que le espera
y no tener que aguantar las cosas que estamos viendo y que estamos oyendo todos
los días. No permitir que nos ofrezcan el oro de Alí Babá, y luego nos pongan
en el paro a los tres días. Hay que ser serios, y no creer a los que nos
ofrecen todo para luego, no darte nada. Manejar un país no es fácil para nadie,
siempre que se tenga una pizca de vergüenza. Por tano, seamos conscientes de lo
que hacemos, que no es lo mismo predicar, que dar trigo.
Trotamundos
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