La
alarma social había saltado. La terrible enfermedad africana del virus del Ébola había dado el
primer chispazo en España. Un posible error de una auxiliar de enfermería,
según las fuentes del Gobierno, había originado el caos en la sociedad y en los
medios de comunicación. La crisis económica que afecta al ciudadano de a pie,
había pasado a segundo o tercer plano. Las utopías independentistas de
Cataluña, quedaban en una mera anécdota. La avanzada del estado islámico y sus
brutalidades con los prisioneros occidentales y los pueblos que no admitían su
tiranismo, simplemente un dolor de cabeza. La única noticia que le hace un
mínimo de sombra son las tarjetas opacas de Caja Madrid.
Menos
mal que en estos últimos días, a pesar de sustos de viajeros africanos en
vuelos que aterrizan en España, cooperantes que regresan del infierno africano
y otras personas que han tenido un
posible contacto con Teresa, las noticias
puramente médicas nos dan un respiro. Según he podido comprobar, hay personas
que no duermen pensando en que han
pasado cerca de la peluquería, otras que han estado en la consulta del médico
de familia que la atendió. Hasta algunos padres que, en su miedo al contagio,
han ejercido presiones al colegio de sus hijos para que no permitan la
asistencia de una niña, hija de alguna persona que está en cuarentena. Llamadas
de los pueblos a personas que viven en la misma localidad de la Auxiliar de Enfermería,
pidiéndoles que no se les ocurriera ir al pueblo. Comentarios entre conocidas
poniéndose en lo peor.
El
Gobierno anda preocupado por las próximas elecciones, por la modificación de la Ley Electoral , por lo que les
pueda salpicar de todas las tramas de corrupción que señalan a personas de su
partido. Lo que demora es la información al ciudadano de las causas y modos de
contagio de este virus, de los plazos precisos para que no te puedas ya
contagiar. Ha sido efectivo para evitar más contagios, muerto el perro, se
acabó la rabia. La verdadera preocupación debe ser la evolución de Teresa, que
ha superado la enfermedad, y de las otras quince personas “asintomáticas” que
ya están saliendo contentos por no estar infectados y preguntándose como podrán
lavar su mancha, por haber estado hospitalizados, en su futuro. Si las aceptará
la sociedad en sus trabajos y rutinas como antes del suceso.
Informando
desde el punto neurálgico de la noticia.
Rabo de lagartija
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