Cada día florece una noticia llena de espinas.
Cada día los españoles nos llenamos de orgullo,
por saber la clase de personas que tenemos al frente de nuestros derechos y
deberes.
Cada día, las noticias nos irritan y acongojan.
Cada día, nos sentimos ninguneados.
Cada día dudamos más de todo y de todos.
Cada día nos sentimos más indefensos y tristes.
Cada día confiamos menos en todos y digo en
todos.
Las pantallas de la tele les sirven, a los que
viven de nuestros impuestos, para lavar su imagen. Nos cuentan cosas que luego
son todo lo contrario. Aparecen como benditos, y luego son como bandidos, roban
y engañan. Los hay que nos conducen a la huelga, y luego ellos se llenan los
bolsillos. Directores que aparecen respetuosamente limpiando las arcas de la
empresa, ilustrísimos que el tiempo pone en vergüenza sus actuaciones. Cada
día, a las personas de este país, nos da más asco tener que consentir tanto
robo, tanto desprecio, tanto listo que
nos haga tanto daño. Porque no se salva ninguno que, teniendo la oportunidad,
no se manche las manos con los billetes, esos que el pueblo no conoce, porque
sólo ellos los usan y los llevan y no los traen. Y cada día aparecen más y más
con las manos manchadas y la corbata limpia.
Mucho tiene que aprender este pueblo que se llama
ESPAÑA, para que los que vienen detrás no sean ninguneados como lo somos
nosotros. Para que no permitan los abusos y desmanes de banqueros, empresarios,
gobernantes, sindicalistas, ayuntamientos y tantos otros, que en cuanto pueden,
nos dejan con el culo al aire.
Trotamundos
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