martes, 7 de octubre de 2014

Los sudores del escritor



Un chispazo de idea en tu cerebro puede dar lugar a una gran novela. La inspiración es efímera, tardía, se hace de rogar la mayor de las veces. No se debería escribir por obligación si no por placer.

 Los grandes escritores de la historia, hasta nuestros días, han estado en posesión del don de saber lo que quieren escribir y cómo lo escriben. Muchos de ellos alcanzaron la fama a posteriori. Hoy en día, no sólo hay que crear un buen relato para que llegue al gran público. Tienes que tener a tu alcance varios parámetros: Ser ya un consagrado en la materia. Tener conocimientos editoriales que se hagan cargo de su publicación. Contar con medios de comunicación que lancen tu obra al mercado. Y, lo más importante, tener un respaldo financiero para asumir todos estos costes.

Hoy se escribe sobre cualquier tema. Siempre hay un público al que le puede interesar esa materia aunque sean minorías. Desde temas vanguardistas a los históricos. Novela negra a la romántica. Temas sociales, psicológicos, espirituales, pedagógicos, religiosos, surrealistas, graciosos, poéticos.

Muchos de estos creadores literarios llegarán al final de su carrera sin pena ni gloria. Otros, con una sola obra  serán conocidos. Les quedará el hándicap de mantenerse en la cresta de la popularidad con nuevas creaciones que estén a la altura de la primera. Un trabajo bien hecho requiere mucho tiempo de planificación, búsqueda y estudio de datos y conocimientos sobre la materia que se escribe. A todo esto hay que sumarle sinsabores, bajones de ánimo y, sobre todo, una gran imaginación y fantasía para que lo que escribes no se quede en un aburrido relato de unos hechos y cobre vida propia que transmita sensaciones y emociones al futuro lector.

Si eres capaz de lograr que todo lo antedicho se haga realidad, que la suerte te acompañe.

Rabo de lagartija

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