Hace 400 años falleció el alcalaíno más universal
de toda la historia española. Formó parte activa de nuestro Siglo de Oro. Nos
dejó su herencia literaria que transformó el sentido de novela que llega hasta
nuestros tiempos. Tocó todos los palos: cuento, costumbrismo, épica, picaresca,
teatro, etc. Junto con su coetáneo William Sakespeare, dieron luz a un nuevo giro, tanto en la forma de
escribir como base de enriquecimiento de la lengua anglosajona y castellana.
Miguel
de Cervantes nos dejó el libro más leído en el mundo, después de la Biblia , qué aunque han
pasado muchos años, sus personajes y aventuras se podrían extraplorar a
nuestros tiempos.
Hoy,
Don quijote podría ser perfectamente un activista de Greene Peace cabalgando en
su zódiac en lucha contra un superbuque con residuos radioactivos, o
enfrentándose en lucha enconada a las huestes del malvado que quiere desahuciar
a una pobre familia de su vivienda, o escalando un rascacielos, enarbolando su
pancarta reivindicativa.
No
le faltarían rufianes y malandrines, salteadores y buhoneros que venden humo,
ni quimeras por realizar, ni entuertos e injusticias que desfacer.
Tampoco
le faltaría quien le acompañara en su locura utópica, que le advirtiera de los
peligros y fuera la voz de su conciencia, cual Pepito Grillo, y sin embargo,
aún no estando de acuerdo con sus quijotadas, le pudiera el deseo de gobernar
ínsulas y península, y llegara hasta el final de las mismas. Un filósofo del
pueblo, con sus cuitas y refranes, que serviría a dos señores; El dinero y el poder.
No
sería de extrañar que el hidalgo actual fundara una ONG “Quijotes sin
fronteras” para poder luchar ante tantos descalabros y calamidades que nuestra
vida actual nos trae.
Don
Quijote no ha muerto. Siguen existiendo personas altruistas que luchan por
conseguir metas inalcanzables y que se chocan con los muros de la
intransigencia, la insolidaridad, el poder del capital, la codicia humana y los
males endémicos de nuestra sociedad actual.
Perseveremos
para que Don Quijote siga ganando duelos de nuestra vida cotidiana.
Rabo de lagartija
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