Rodar con la
cabeza erguida
entre lanzas
apuntando,
sintiendo la
frente herida
de aquellos ojos
mirando.
Caminando por la
vida
con el aliento a
la espalda,
sintiendo el
dolor agudo
de quien maneja
la espada.
Vivir una vida
entera
sin levantar la
cabeza,
siempre temiendo
el castigo
de quien no
siente tibieza.
Levantarte cada
día
sintiendo un
peso en las sienes,
las expresiones
truncadas
y acatar los
parabienes.
Siempre
esperando ese día
para decirlo
bien alto,
para decirlo
bien fuerte,
¡tú ya me tienes
muy harto!
Trotamundos
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