sábado, 24 de octubre de 2015

Regreso a la rutina




        El cielo está cubierto de nubes. Estoy leyendo tranquilamente en la terraza, ensimismada en la historia que me tiene atrapada. Pero la tarde amenaza tormenta y la oscuridad se hace tan repentina, que tengo que cerrar mi libro y meterme dentro de casa.

        Comienza una fuerte lluvia, acompañada de granizos, que golpea fuertemente los cristales de todas las habitaciones, dando la sensación que diluvia dentro de ellas. Desde el interior de la salita contemplo el espectáculo meteorológico, y me convenzo, poco a poco, de que el verano está llegando a su fin.

        Y pienso: Otra vez estamos en otoño. Pronto será mi cumpleaños y parece que no ha pasado el tiempo. Ayer me estaba asfixiando en la playa, teniendo que remojarme cada dos por tres porque no había quien aguantara el calor. Porque, si es verdad que el verano es la estación calurosa por naturaleza, este último se lleva la palma. Ya comentaban en la tele, que no se conocía un mes de julio tan caluroso desde hace mucho tiempo.

        Pero con calor y todo, los seres humanos disfrutamos de nuestras vacaciones, en la medida de nuestras posibilidades. Así es la vida. Se compone de etapas que nos hacen cambiar la rutina durante unos pocos días, para después volver a retomar nuestras actividades cotidianas. Pero siempre, con la sensación de que ha sido muy corto el tiempo de vacaciones, después de un año de trabajo. Claro está, el que sea tan afortunado de tenerlo.

        Mis vacaciones, como he dado a entender, las he pasado en la playa. Me encanta el mar y disfruto y me relajo contemplándole. Pero también es verdad, que el trasiego de gente me agobia bastante.

        La primera quincena de julio fue genial, porque la afluencia de público aún no era masiva, y no hacia mucho calor. Se disfrutaba plenamente de la brisa del mar, y era una delicia caminar por el paseo marítimo. Pero la segunda, entre la ola de calor y la humedad relativa del aire, que era del 85%, yo creí que me convertiría de un momento a otro en un pequeño charquito, con el que contribuiría a agrandar el mare nostrum.

        Pero claro, estoy entera y de vuelta a la rutina. Porque es verdad que el ser humano es un animal de costumbres, y después de un tiempo de asueto, nos gusta volver a nuestra vida cotidiana con los amigos de siempre, para retomar todos los momentos agradables que pasamos con ellos.

        Y aquí estoy, haciendo comprender a mis neuronas que no pueden seguir en el letargo en que se encontraban durante el verano. Que hay que ponerse en marcha. Y para ello, ya tengo en mente todas las actividades a las que me voy a apuntar, para llenar las horas de ocio del invierno, a la vez de disfrutar de la compañía de amigos, a los que tengo un gran aprecio.


Luna

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