sábado, 24 de octubre de 2015

No hay marcha atrás





¿Vas a dejarlo pasar?  No. Elisa estaba eufórica, llena de una satisfacción tan grande que no podía contener la alegría. Esta era una ocasión única y ella tenía que decidirse y salir corriendo a su encuentro. ¿Que era necesario dejarlo todo de repente, ahora y sin pensarlo?, pues eso haría.  Su rostro se nubló un instante y con un gesto de la mano desechó el inoportuno recuerdo. Nada de mirar atrás. Si él la seguía queriendo. Si con cada llamada él la reclamaba de nuevo. Si ella había sufrido los tormentos del infierno por no seguir a Jaime, cuando aburrido de no encontrar trabajo se empeñó en emigrar. Aquella cobardía  la había robado un año de su vida en común.

Jaime,  persiguiendo su sueño tuvo que hacer de todo en Australia para salir adelante y lo había conseguido. Ahora Elisa  no volvería a escuchar los mismos lamentos ni las quejas de su familia, que escuchó cuando Jaime partió en pos de un sueño que aquí no encontró.

            Toda la familia al unísono: Pero Elisa, tan lejos y sin trabajo, mira hija si se quiere ir él que se valla, pero cariño si tú tienes un buen trabajo, si tú aquí lo tienes todo. casa, trabajo, padres y hermanos que te quieren. Si él te quisiera se quedaría aquí contigo a tu lado buscando algo.... Vamos cariño, la decía su madre abrazándola, no te vayas… y se quedó.

            Elisa movió con energía la cabeza como desechando aquellos pensamientos y metiendo las manos en los bolsillos de la chaqueta, sus dedos tomaron contacto con todos los euros que necesitaba para el billete y volar a las antípodas. En Sidney la estaría esperando Jaime, el hombre de su vida, un mes más tarde. ¡Y caía en domingo!.

Avanzaba decidida y segura por la acera de los pares de Conde de Peñalver, donde estaba la agencia de viajes. Días atrás había estado consultando con Ana, la joven que escuchándola la proporcionó el viaje que ella necesitaba para trasladarse a Australia. Había  llegado a la agencia de viajes, entró y desde el mostrador, Ana que atendía a otras personas, la sonrió y con un gesto la indico que enseguida estaría con ella.

Se sentó. Estaba relajada y tranquila. Después…,  después  ella sería feliz.


Quirón

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