miércoles, 21 de octubre de 2015

Mare nostrum






                            Mar…
Que ruges embravecido,
tus olas lanzas altivo
demostrando tu poder.
Otras veces sosegado,
susurras lento y calmado
acariciando mis pies.

Devoraste mil galeras,
mil barcos y mil navíos.
Mil tesoros escondidos
reposan en tus entrañas.
Dicen que habitas Neptuno
en el vientre de ese mundo
sumergido de tus aguas.

En ti se baña la luna
y se remoja en tu espuma,
meciéndose en la marea.
Como un amante la besas
y al igual que una princesa,
ella baila y se recrea.

Viajas del norte hasta el sur
y con tu mirada azul
se enamoran las sirenas.
Recorres el mundo entero,
intrépido, aventurero,
siempre libre, sin barreras.

Te retratan los pintores
imitando tus colores
de insuperable belleza.
Unas veces plateado,
blanco de espuma, azulado,
verde esmeralda y turquesa.

Eres fuerte y poderoso,
implacable, temeroso,
arrogante y violento.
También eres generoso,
suave, lento y silencioso,
según deseen los vientos.

Al alba los pescadores,
comenzando sus labores,
buscan fortuna en tus aguas.
Y obtienen su recompensa,
las redes llenan de pesca,
que generoso regalas.
Pero si estás enfadado,
ya no pueden faenar,
y regresan desolados
maldiciendo siempre al mar.

No me gustas enojado,
tus olas me causan miedo.
Me gustas lento y calmado,
cuando no te agita el viento.
Cuando el rumor de las olas,
suena a música del cielo.

Desde un rincón de la playa,
sentada sobre la arena,
te contemplo embelesada.
Mi mente vuela que vuela,
feliz, tranquila, serena,
mientras tus olas me bañan.


Luna

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