domingo, 10 de mayo de 2015

Mi mirada particualr





         Me levanto por la mañana y me pongo a desayunar en la cocina. Es la parte de la casa donde estoy más integrada al bullicio de la calle, debido a su ventana. Me siento cono si estuviera en un mirador, y desde ahí, contemplo lo que me ofrece el nuevo día. Parece increíble ver, en tan poco espacio, gente con comportamientos tan distintos. Mientras el vecino del 1º A sale conjuntado, con su traje, camisa y corbata haciendo juego, y se sube a su coche último modelo, contrasta ver a una señora revolviendo el cubo de la basura, mirando a ver si encuentra algo que pueda aprovechar.

         También veo desde mi mirador imaginario un colegio de niños pequeños. Llegan hasta mí sus infantiles voces, haciéndome recordar épocas lejanas donde fui feliz, donde todo era inocencia, sin ninguna contaminación que nos manchara, transmitiendo esa alegría que sólo los niños saben contagiar.

         Sigo observando y me fijo que hay un parque pequeñito, con sus columpios en el que los niños se suben, mientras los esforzados abuelos tratan de darles alcance, para ver si están seguros. Y gozan con sus risas y travesuras, aunque a veces se sientan cansados. Porque ellos ya no están para esos trotes, pero el cariño que sienten por sus nietos les hace realizarse y conseguir recordar sus juegos de niños, y compartirlos con ellos.

         También hay una guardería debajo de mi terraza, y me fijo en las prisas de los padres llevando a sus hijos en brazos, o sacándolos del coche, abrochándoles el abriguito según entran al colegio, sin poder entretenerse porque llegan tarde al trabajo.

         Y sigo mirando desde mi particular mirador y contemplo las terrazas de mis vecinos, quedándome admirada al ver esas macetas tan cuidadas y tan llenas de colorido, recordándome, de alguna forma, las calles de Córdoba, con esa maravilla de patios, que te quedas extasiado  mirándolos.

         Y alrededor de todo esto, gente que va y viene, ensimismada en sus pensamientos, en sus problemas cotidianos, que no pueden ver lo que yo miro desde mi particular mirador.


Blanca

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