Una tarde sentada en mis pies estaba
la duda. Era persistente, no entendía su
idioma. Unas veces creía que podríamos hablar, y cuando me lanzaba, ella, LA DUDA , se enroscaba como
cualquier reptil que tiene miedo a ser captada y espera que el depredador se
aleje.
No
dejaba que se moviesen los pies, se pensó que era la dueña de todo el
equilibrio que el cuerpo necesita.
¡OH¡
sombra ignorante, no te creas que puedes con todo, poco a poco entenderé tu
idioma y si no quieres hablar, ya me encargo yo de hablar por las dos; no te gustará estar
pendiente de lo que hago contigo, te marcharás y verás como te desintegras, entonces mis pies serán
libres y disfrutarán de estar sin ti. Saltarán de alegría en el andar de cada
día y jugueteando con todas las areniscas que se encuentren.
Estoy
segura que las próximas dudas que vengan con interés de posarse a mi lado serán
diferentes. Una duda que me puede
surgir……comprarme un vestido, verde o rojo, largo o corto, cambiar de diseño el
baño, o con lo que me pueda gastar en la obra hacer un viaje lejos y disfrutarlo sin miedo
a ninguna sombra.
Virpana
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