lunes, 4 de mayo de 2015

La duda





Una tarde sentada en mis pies estaba la duda.  Era persistente, no entendía su idioma. Unas veces creía que podríamos hablar, y cuando me lanzaba, ella, LA DUDA, se enroscaba como cualquier reptil que tiene miedo a ser captada y espera que el depredador se aleje.

            No dejaba que se moviesen los pies, se pensó que era la dueña de todo el equilibrio que el cuerpo necesita.

            ¡OH¡ sombra ignorante, no te creas que puedes con todo, poco a poco entenderé tu idioma y si no quieres hablar, ya me encargo yo de  hablar por las dos; no te gustará estar pendiente de lo que hago contigo, te marcharás y verás como  te desintegras, entonces mis pies serán libres y disfrutarán de estar sin ti. Saltarán de alegría en el andar de cada día y jugueteando con todas las areniscas que se encuentren.

            Estoy segura que las próximas dudas que vengan con interés de posarse a mi lado serán diferentes.  Una duda que me puede surgir……comprarme un vestido, verde o rojo, largo o corto, cambiar de diseño el baño,  o con lo que me pueda  gastar en la obra  hacer un viaje lejos y disfrutarlo sin miedo a ninguna sombra.
                       

Virpana

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