viernes, 1 de mayo de 2015

Diálogos caninos




                Guau, ¿cómo te llamas?

Guau, me llamo Pit, ¿y tú?

Ahora me llamo Moro, pero antes me llamaba Dandy.
  
¿Y cómo es que tienes dos nombres?

Primero tuve unos amos que me cogieron desde pequeñito. Eran jóvenes y tenían dos niños. Los pequeños me trataban como un juguete de peluche. Se montaban encima, me tiraban de las orejas, del rabo y me hacían perrerías. Me tenían mucho tiempo en casa sólo, hasta que volvían de sus quehaceres. A menudo los oía regañar entre ellos y ninguno quería sacarme a la calle. Me pegaban y me castigaban porque me hacía las necesidades en casa. Un  verano, se fueron todos, cada uno por un lado, y yo debía ser un estorbo para ellos y me dejaron abandonado en un parque, lejos de la casa, sin collar y me arrancaron el chip de la oreja. Me recogieron unos señores y me llevaron a un sitio donde había más perros sin dueño. Me pasé un tiempo hasta que un día vino un matrimonio ya maduro, me sonrieron y me hablaron y me llevaron con ellos a su casa y me empezaron a llamar Moro. No me quejo, me tratan bien aunque me dan poco de comer para que no engorde. Me sacan tres veces al parque y, en cuanto hago lo mío, me vuelven a llevar a casa. Me compran juguetes para que me entretenga y, a veces vienen visitas que quieren que haga cosas que no me han enseñado. ¿Y tú?

Yo vivo con mis amos, que ya son mayores, y cinco hijos adolescentes. Depende quien me saca, estoy más tiempo o menos en el parque. Cuando me sacan los chicos, depende, si hay otros perros con amas estamos más tiempo, si no, hago las cosas y como a ti, corriendo para casa. Yo me hago el remolón y, aunque tenga ganas, me las aguanto lo más posible para estar corriendo o jugando con otros perros más rato. ¿Qué tal te relacionas con las perritas?

Mal, son todas unas señoritas mohínas y altaneras que, o están esperando al príncipe azul, o están esterilizadas, o tienen unas amas que en cuento te arrimas un poco, ya te están gritando y espantando. Nada chico, soltero y entero, ¿y tú qué? ¿Has tenido más suerte?

Una vez tuve una mala experiencia con una perrita que estaba contenta cuando me acercaba a ella. En un descuido y con su consentimiento, la monté, pero al momento estaba recibiendo unos palos en la espalda, que me dejaron baldado durante varios días. Desde entonces paso de carantoñas. Me conformo con soñar momentos de sexo con alguna. Ya me está mirando mi dueño para ver si termino de hacer mis cosas. ¿Nos damos unas carreras?

Vale. A ver quien llega antes a aquél árbol y vuelve aquí.

Guau.

Guau.

Rabo de lagartija

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