Guau, ¿cómo te llamas?
Guau, me llamo Pit, ¿y tú?
Ahora me llamo Moro, pero
antes me llamaba Dandy.
¿Y
cómo es que tienes dos nombres?
Primero tuve unos amos
que me cogieron desde pequeñito. Eran jóvenes y tenían dos niños. Los pequeños
me trataban como un juguete de peluche. Se montaban encima, me tiraban de las
orejas, del rabo y me hacían perrerías. Me tenían mucho tiempo en casa sólo,
hasta que volvían de sus quehaceres. A menudo los oía regañar entre ellos y
ninguno quería sacarme a la calle. Me pegaban y me castigaban porque me hacía
las necesidades en casa. Un verano, se
fueron todos, cada uno por un lado, y yo debía ser un estorbo para ellos y me
dejaron abandonado en un parque, lejos de la casa, sin collar y me arrancaron
el chip de la oreja. Me recogieron unos señores y me llevaron a un sitio donde
había más perros sin dueño. Me pasé un tiempo hasta que un día vino un
matrimonio ya maduro, me sonrieron y me hablaron y me llevaron con ellos a su
casa y me empezaron a llamar Moro. No me quejo, me tratan bien aunque me dan
poco de comer para que no engorde. Me sacan tres veces al parque y, en cuanto
hago lo mío, me vuelven a llevar a casa. Me compran juguetes para que me
entretenga y, a veces vienen visitas que quieren que haga cosas que no me han
enseñado. ¿Y tú?
Yo vivo con mis amos, que
ya son mayores, y cinco hijos adolescentes. Depende quien me saca, estoy más
tiempo o menos en el parque. Cuando me sacan los chicos, depende, si hay otros
perros con amas estamos más tiempo, si no, hago las cosas y como a ti,
corriendo para casa. Yo me hago el remolón y, aunque tenga ganas, me las
aguanto lo más posible para estar corriendo o jugando con otros perros más
rato. ¿Qué tal te relacionas con las perritas?
Mal, son todas unas señoritas
mohínas y altaneras que, o están esperando al príncipe azul, o están
esterilizadas, o tienen unas amas que en cuento te arrimas un poco, ya te están
gritando y espantando. Nada chico, soltero y entero, ¿y tú qué? ¿Has tenido más
suerte?
Una vez tuve una mala
experiencia con una perrita que estaba contenta cuando me acercaba a ella. En
un descuido y con su consentimiento, la monté, pero al momento estaba
recibiendo unos palos en la espalda, que me dejaron baldado durante varios
días. Desde entonces paso de carantoñas. Me conformo con soñar momentos de sexo
con alguna. Ya me está mirando mi dueño para ver si termino de hacer mis cosas.
¿Nos damos unas carreras?
Vale. A ver quien llega
antes a aquél árbol y vuelve aquí.
Guau.
Guau.
Rabo de lagartija
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