lunes, 22 de diciembre de 2014

Cosas del otoño





Golpeé la puerta varias veces y no la abrieron. Me extrañó un tanto porque mi vecina no solía salir mucho de casa. De hecho era yo la que, cuando salía a comprar, me pasaba para ver si quería que la trajera alguna cosa. Bueno, me dije después de insistir con el timbre, como es muy dormilona quizás se ha quedado dormida. Y decidida me fui a caminar como cada mañana.

Había estado lloviendo y las hojas de los árboles inundaban las aceras convirtiéndolas en un peligroso y resbaladizo espacio. Tiento, Marina tiento, que si aterrizas te puedes romper la crisma. Decidí salir del casco urbano tan lleno de hojas e irme al extrarradio. Cuando regresé  habían pasado la limpiadora y se podía caminar con seguridad.

            En Mercadona repuse mi despensa y cargada con las dos bolsas estaba llegando a casa  cuando vi ante mi portal un mogollón de gente, la policía y hasta una ambulancia. Apresure aprensiva el paso y era tanta la gente que no podía pasar. Al fin una vecina salía y le pregunte ¿Qué pasa? ¡Ha! No lo sabes, es Ana tu vecina, ¿Qué? Qué le ha pasado a Ana. Pues mira me han contado, que esta mañana la ha estado llamando su hija varias veces y como no la ha contestado se ha venido a ver que la pasaba, y se la ha encontrado con un golpe en la cabeza y tirada sin sentido en el pasillo.  Ahora está el médico de la ambulancia y no se más. Hasta luego maja. Adiós y gracias eh.

            A empujones me hice hueco, subí a casa, dejé las bolsas y me acerqué  a la puerta de Ana, toque y me abrió su hija Raquel que, llorando me abrazaba y entre sollozos, muy pálida y nerviosa, me contaba que había llamado a su madre de las 9,30 a las 10  unas cuantas veces y que, al no contestar, se vino corriendo. Ay Marina, que terror me entró al verla tirada en el suelo y pensé, mi madre está muerta, ¡Ay Dios mío! ¿Por qué? Le puse la oreja en el corazón y, cuando note que palpitaba, llame al 112, Salí corriendo a llamarte pero no estabas. Gracias a que rápidamente llegaron la policía y la ambulancia con él médico y como ya ha vuelto en sí, nos la llevamos al hospital. Seguro que la policía te vendrá a preguntar. Adiós, adiós, corrió tras los camilleros que se llevaban a su madre. Al  saber la hora un temblor me recorrió todo el cuerpo, porque era esa hora cuando yo estuve llamando. Se lo dije a Raquel y pensamos que  podía ser cuando el atacante estaba dentro, con  su madre y así se lo dijo a la policía

La policía llamó a casa  y me preguntaron lo que sabía,  les conté  lo sucedido y que coincidían el horario en que su hija y yo tratamos de hablar con ella. Les pregunté que podían contarme ellos, quien la había golpeado, y me dijeron, que  habían sido dos encapuchados que habían abierto la puerta forzando el resbalón y que la tuvieron atada hasta que les dijo donde tenía el dinero y las cosa de valor y después la dieron un golpe en la cabeza y se largaron. Hasta ahora ningún vecino había visto nada, añadió el oficial.

De pronto recordé que mi marido había comentado que en los edificios vecinos habían intentado entrar por ese método, le pregunte al oficial si eso era cierto y me contestó que las personas jubiladas salen y entran sin fijarse mucho en nada y que son las victimas más fáciles de vigilar, de seguir, y de atracar.  Y tampoco toman la menor precaución de cerrar con llave siempre las puertas y sería muy necesario que tomaran más precauciones, me dijo señalándome con el dedo. Tomé nota y se fueron después de decirme que quizás volverían
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Y yo que pensé que eran exageraciones como las  de mi santo, pero... me metí en casa y cerré con llave. Cuando regresó a las dos tuvo que llamar al timbre ¿pero qué haces cerrada con llave? Anda pasa, que ya te contaré  yo lo que me pasa.
  
 Quirón  

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