El
idioma español dispone de una cantidad de recursos propios que ya quisieran
para sí muchas empresas endeudadas. Y sin embargo sigue pidiendo préstamos.
En la
lengua española, los recursos propios son todas las piezas y raíces de las que dispone nuestro léxico y nuestra gramática. Los préstamos absurdos
son los términos y expresiones de otras lenguas que traemos a nuestra
conversación y a nuestros textos sin
necesidad alguna. Y el alto interés que lo constituye el hecho de que estos vocablos depredadores
acaben aniquilando opciones autóctonas
más precisas y a menudo más bellas (si bien esto último pertenece a la
subjetividad de cada cual incluida la mía), que
se quedarán desplazadas en un rincón.
Uno de
los términos invasivos es el inglés top,
que nos rodea por doquier. “Ha entrado en el top 10” (o lo aún peor en el top ten), “ficharemos
a un jugador top”, “es una top- model”, “lo compré en un top-manta” o “tomo el sol en top- less”.
El término
top en inglés sirve para muchas funciones. Por lo común, designa la parte
de arriba de algo. Pero por muchas locuciones inglesas que lo incluyen se
pueden traducir al español con mayor
riqueza léxica. Así, at the top of de
hill viene a ser “en la cumbre
de la colina”; at the top of the list significa “en la copa del árbol.
Del
mismo modo, los “top ten” son los 10
mejores; top –model se puede traducir como “supermodelo” (opción que avanza con
firmeza frente al término inglés que llegó con tantas pretensiones). Se puede
sustituir lo compré en el top-manta,
por, se lo compre al mantero; voy “a tomar el sol en top-less” o toples”,
significa literalmente “sin lo de
arriba”, expresión muy fácil de entender en el contexto playero. Anoté
en 1998 la alternativa “en tetas,” que oí a un bañista, (“voy a tomar el baño
en tetas” frente a “voy a tomar el sol en
top less”), sospeché que detrás de
ese hallazgo se ocultaba el genio del idioma, un personaje lento pero certero
que a veces posee a los hablantes para conducir ciertas conductas extraviadas
(en este caso, tal vigilancia no tenga nada que ver con la moral y las buenas
costumbres).
Hubo
quien ridiculizó esa alternativa, pero
ahora “en tetas” figura en el banco de datos de la Academia (“puede ser
cazada en tetas en la playa”, dice uno de los registros) y ofrece 3.290
resultados en Google, de los cuales 70.000 corresponden a “el sol en tetas” (hace
dos años eran 40.000). Incluso en Cuéntame, (capitulo 243, marzo de 2013) un
niño nos cuenta que Lola, la prima inglesa de los Alcántara, “se ha puesto en
tetas”.
También
leemos noticias como “las Femen
boicotean en tetas a Berlusconi”… Puede entenderse que alguien juzgue
malsonantes esas expresiones. En tal caso dispone de alternativas como “en
monobiquini”, con “el pecho al aire”, “sin sujetador”, “pecho al descubierto”.
Todos
estos recursos propios del español, pueden sustituir a los anglicismos antes
mencionados, pero no les bastan a algunos periodistas y hablantes que nos endeudan a todos mientras nuestros
propios ahorros empiezan a endeudarse.
QUIRÓN
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