María,
a través de la ventana veía la niebla y cómo esta se negaba a disiparse,
para no dar paso al sol que luchaba por
salir de su encierro.
Por
unos instantes su mirada se encaminó hacia los árboles donde en sus desnudas
ramas se podía adivinar que las nuevas hojas se acercan para vestir su
desnudez. En las jardineras entre la hierba, las florecillas violetas se mezclaban con ella, desafiando al
frío del invierno que aún mantenía su reinado.
Pasados
unos minutos inició el paso para retirarse de la ventana, pero en ese instante
llamó su atención el vuelo de una paloma, que extraño pensó, no era como la
tórtola que veía en ocasiones en el
árbol que tenía enfrente y que venía a la jardinera de su terraza en busca de
comida.
Durante
un tiempo la acompañó en su vuelo con la mirada, para después preguntarse de
donde había venido pues no era muy común ver por esta zona una paloma blanca,
lo que la llevó a pensar que quizás se había perdido en la búsqueda de nuevos horizontes.
La
paloma volaba de un lado a otro hasta que se perdió en el horizonte. La niebla
empezaba a disiparse y el sol se abría paso entre los restos de las nubes,
donde lo tenían atrapado.
María
con un suspiro se retiró de la ventana. Y el vuelo de la paloma blanca, y el
sol atrapado entre las nubes, seguían en su mente.
I R I S
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