viernes, 1 de febrero de 2019

La vida pasa





    Hoy me he despertado pronto. Salto de la cama, me pongo el batín y voy  al comedor a poner la televisión. La noticia se estaba difundiendo en todo el mundo.

    Habían encontrado al niño. Estaba donde calcularon que estuviera. Lo sacaron con todo el cuidado y cariño del mundo. Su espíritu había volado para consternación de todos a los que, aún, les quedaba un resquicio de esperanza.

    Cuando dieron las primeras noticias del suceso, nadie comprendía cómo podía haber sucedido tamaño desastre. El azar y la casualidad juntaron el pozo y el niño. Pero no cualquier niño, uno un poco mayor no habría cabido por tan estrecho agujero.

    El hecho y el desenlace son horribles. Padres familiares, amigos, conocidos, vecinos y cualquier persona que haya sabido del suceso, habrán sentido esa punzada de dolor humano ante tamaña tragedia.

    Una mano se levantó. Detrás de ella otras muchas se unieron a la primera. Todo un mundo de Fuerzas del Estado, civiles, profesionales, empresarios, trabajadores y un pueblo entero, levantaron sus manos.

    Han sido días, horas y minutos de angustia. No se han rendido. Han luchado con el tiempo en contra, la naturaleza tampoco ha ayudado al poner trabas a todas las predicciones de los artífices de la gran obra civil de rescate que han organizado. Los mejores en su especialidad no dudaron en dejarlo todo y venir para aportar su experiencia en las labores de rescate.

    En el pueblo cercano al pozo, viven unos cientos de vecinos. Todos tendrán sus propias convicciones morales, políticas o creencias. Nada de eso tenía importancia. A una sola voz han asumido las tareas que faltaban para que los que estaban prestando su ayuda física tuvieran cama, comida y calor humano.

    Dicen que la unión hace la fuerza y aunque no se haya logrado el objetivo final, devolver al niño vivo a sus padres, todos tenían claro sus objetivos.

    Es una pena que sea necesario que tengan que ocurrir estos horribles sucesos para sacar la solidaridad, la empatía, la entrega sin esperar nada a cambio que caracteriza al ser humano y que tan poco practicamos.

    Muchos de los problemas políticos, sociales y de convivencia humana se resolverían dejando aflorar esos buenos sentimientos. Hay que aparcar en algún momento el ego y pensar en el resto de los seres humanos.


Rabo de lagartija




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