sábado, 9 de febrero de 2019

El roce hace el cariño





         Una vez que un pariente de lo más lejano llegó a ministro, en mi casa hubo una revolución. Se dispararon todos los sueños olvidados, no se puso ningún freno a la imaginación y se construyeron mil castillos en el aire. Se cambió radicalmente de chaqueta. Ahora veíamos con entusiasmo y comprendíamos las razones que tenía el Gobierno para efectuar con el pueblo el severo y estricto programa electoral que preconizaron.

         Se buscó exhaustivamente la dirección, los teléfonos de contacto de nuestro ilustre pariente, no tan lejano como parecía al principio, se recordó nombres de padres, hermanos y otras parentelas del reciente ministro y se puso al día los curriculum de todos nosotros, parados, mal contratados o ambiciosos por subir peldaños en la escala social. Se hizo una rigurosa lista por orden de jerarquía de los habitantes de nuestra casa, donde constaba parentesco, edad, situación familiar y laboral y, sobre todo, pretensiones profesionales.

         Recuerdo el empeño y el cariño que puso mi padre en pegar adecuadamente el sello de correos en el sobre que viajaría directamente hasta nuestro porvenir. Correo certificado, con acuse de recibo. Fuimos todos a la oficina postal para depositar nuestras ilusiones y dar fe de que eran admitidas por el correspondiente empleado, sin ningún tipo de defecto, restricción o mácula.

         Pasaron los días con desesperante lentitud. Tardaba la respuesta. Buscamos todos los motivos de excusa para dicha tardanza. “Tiene que pasar por el registro de entrada”, “luego, se procederá a su envío al departamento correspondiente”, “de allí, una vez pasado el filtro del jefe de departamento, subdirector, director, secretario del director general, y director general, pasará al subsecretario del ministro. Éste procederá a pasarlo al secretario de estado cuando sea el momento oportuno, dentro de orden protocolario. El secretario de estado valorará el contenido del sobre, si se ajusta a derecho, si no supone infracción de ninguna norma dictada por su gobierno y partido e investigará si los hechos y parentescos del mismo son ciertos”. “¡Ya estará en la bandeja de espera para ser despachado por su excelencia el ministro! (Manolito le llamaban en su casa)”.

         Al cabo de dos meses llegó el acuse de recibo del sobre, efectuado por un funcionario anónimo. Por lo menos había llegado a su destino. La espera pasó de la duda a la esperanza. Pronto recibiríamos noticias, positivas por supuesto. La esperanza se fue debilitando con el paso de los días e incluso meses. El cabeza de familia no se atrevía a molestar directamente al Sr. Ministro, no sea que fuera contraproducente. Nos íbamos conformando con que nos ofrecieran la cuarta parte de nuestras peticiones. Según aumentaba la tardanza en la respuesta, disminuían nuestras expectativas.

         El cartero nos trajo el sobre oficial del ministerio exactamente a los 237 días de haber enviado nuestra petición. Un papel doblado contenía el sobre. El patriarca tuvo el privilegio de extraerlo. Lo extendió, lo alisó, se puso las gafas y se lo acercó a los ojos. ¡Léelo en voz alta, que lo escuchemos todos! Pudimos ver que el papel tenía un membrete en la parte superior izquierda , que estaba bordeado por ribetes dorados y, al final del escrito se observaba una firma grandilocuente y rimbombante. Las pocas palabras escritas en él decían:

         Querida familia:

         Qué alegría me ha dado el tener noticias de vosotros después de tantos años. El motivo de esta carta, antes de tomar ninguna decisión, es para que me aclaréis una duda. ¿De qué rama familiar somos parientes? ¿Por parte de mi padre o de mi madre? Perdonad mi ignorancia, es que me han escrito tantos parientes últimamente, que ya me pierdo en mi árbol genealógico. Podéis contestarme a la misma dirección de la primera vez y así ya podré tomar mi decisión.

         En espera de vuestra contestación al respecto y quedando a vuestra disposición para lo que necesitéis, atentamente,

         Vuestro pariente más que lejano.


Rabo de lagartija

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