sábado, 9 de febrero de 2019

La trenza





            No daba crédito a lo que veían mis ojos. Allí estaba ella con sus lazos azucarados entre magdalenas, mantecados, galletas. Mientras seguía mirándola, recordaba que durante años el recuerdo de su sabor seguía vivo en mi mente.

            Cuando llegó mi turno tome el envoltorio donde ella se encontraba y tras abonar su importe a la dependienta  me la lleve a casa. Una vez en ella la deje sobre la mesa de la cocina. Durante un tiempo recorrí con la mirada sus curvas azucaradas, pero  ella  era diferente a la  trenza que vivía en mi recuerdo.

            Sin esperar más tiempo me lleve un trozo a la boca  para  comprobar si despertaba en mí las sensaciones que había despertado en otro tiempo, pero la  desilusión se dibujó en mi rostro.

            La trenza que tenía ahora entre las manos tenía su misma forma. El azúcar cubría sus trenzados, pero el sabor nada tenía que ver con la recordada trenza del pasado.

           

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