viernes, 1 de febrero de 2019

Corre ve y dile





            La mañana se presentaba desapacible. María, desde la ventana miraba al cielo, donde las nubes aliadas con el viento jugueteaban con el sol impidiéndole desplegar  sus rayos. Los árboles de la calle  balanceaban sus desnudas ramas al ritmo que les marcaba el aire y las  hojas que aún quedaban prendidas en ellas caían juguetonas al suelo.

            En esta contemplación estaba, cuando su mirada reparó en las jardineras de la terraza, estas se habían cubierto  de  plantas y de ellas las florecillas desafiantes a los fríos del invierno, florecían y se mantenían erguidas a pesar del frío y del viento que amenazaba con tronchar su fino tallo.

            María por un tiempo continuo observando a las florecillas que tenía enfrente, al tiempo que recordaba cómo había llegado hasta ellas.

            Habían transcurrido varios años desde el día que vio la planta en el jardín de la vecina del pueblo donde pasaba unos días en el verano. Aprovechando su estancia allí, decidió pasar  a saludarla y aprovechar la visita para que esta le hablara de la planta de pequeñas florecillas que  había visto a través de la valla que rodeaba el jardín de la casa.

             Después de un rato de hablar del tema y viendo la mujer lo interesada que estaba,  la invitó a pasar a la parte trasera de la casa donde se encontraban las macetas cubiertas de florecillas de color rosa intenso, al tiempo que  entre las aberturas de las baldosas del suelo se las podía ver dando colorido al frío mosaico. La vecina animada en darle toda la información, le explicó que la planta no necesitaba de cuidados especiales, pues ella misma se ocupaba junto con el aire de expandir sus semillas que  florecerían en invierno.

            Desde entonces, cuando llega el otoño, en  las jardineras de su terraza  aparecen los brotes verdes de las semillas llevadas por el aire hasta la tierra, dando paso a la planta que durante un tiempo irá  creciendo, hasta que por fin  de sus tallos surgirán   las florecillas que se abrirán y llenaran de color la terraza desafiando al frío del invierno.

              Las nubes cada vez más amenazantes cubrieron por completo el cielo. La lluvia comenzaba a caer sobre el asfalto de la calle. El viento agitaba las florecillas de las jardineras, pero estas lejos de rendirse, se dejaban balancear  a meced del viento que las decía: “corre ve y dile”.  


I R I S

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