De
granito era la roca
que la
brisa acariciaba,
luego
se cubrió de musgo
cuando
la lluvia regaba.
En el
lado de solana
cuando
las tardes de fríos,
era la
roca adorada
para
contar amoríos.
Aquella
tremenda roca
llena
de musgo y de amor,
tenía
tantas historias
que desprendía calor.
Un día
llegó un cantero
que de
la piedra vivía,
y quiso romper la piedra
pero
vio que no podía.
Y del
centro de la roca
notó una voz que le decía,
“no
claves tu cuña en mí
que yo
soy melancolía”.
Y se
marchó de la roca
pensando
siempre en su error,
y
luego la bendecía
cuando
buscó su calor
Trotamundos
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