sábado, 26 de enero de 2019

Yo también tuve 18, y 14, y ...





        Un día yo contaba 18 años, pero también tuve 14 y 15. Hoy ya son unos pocos más.

        Un día fumé un cigarro, eso sí, sólo fue una calada, y la verdad no me resultó muy desagradable. Las palabras de los mayores me hicieron sentirme apocado, poco adulto, y después de dudarlo un rato, tomé otra calada y me tumbó. Esa fue mi experiencia con el tabaco, y eso que no mera nada de lo que hoy suele fumar la juventud, eso que les puede volver locos para el resto de sus días, y acabar hechos un ser sin voluntad ni cordura.

        Más tarde empecé a conocer España, y disfrutar de sus rincones maravillosos, y con el tiempo los motivos profesionales me enseñaron casi toda España.

        En todas partes cuecen habas, dice el refrán. Y en todas partes hay maravillas que ver, ya pueden ser paisajes, monumentos, catedrales, museos, llanuras o montañas.

        Los años no pasan en balde, y cada vez le das más valor a las cosas cuando las comprendes. Antes para mí, un río era una cosa de lo más natural, porque me crié al lado de uno. Luego entendí un poco el valor que tiene un río para la humanidad entera.

        Contemplar los viñedos de esta tierra nuestra es una maravilla de la naturaleza. Observar los cereales en la primavera, cuando los trigos encañan y el aire mueve sus espigas, creando olas de varios tonos, nos pueden dejar horas sentados disfrutando de sus contornos y coloridos.

        Primavera. Si se tiene la suerte de pasar por una dehesa y ver los toros sueltos, comiendo la hierba verde, con su majestuosidad, señorío, bravura y a la vez respeto. Cómo no estar con la pasión de aquel ganadero que tanto tiempo dedica para con sus rebaños.

        Otra cosa digna de admirar es el ganado porcino. Esos rebaños de ibéricos que pasa sus días bajo las encinas, comiendo las bellotas, la hierba y revolcándose en las lagunas de agua, que se hacen con tal fin, donde los ibéricos son reyes de la naturaleza, hasta que llegan a nuestros paladares.

        Hoy nuestras carreteras son más rápidas y no nos dan tiempo para ver lo que tenemos delante. Por el contrario, tenemos más posibilidades para conocer mejor rincones, que antes no se conocían, y que son muchos los que tenemos a nuestro alcance. Los jóvenes de hoy en día, si los conocen y visitan, disfrutan de ellos, pues las casas rurales las hay muy acogedoras para pasar buenos momentos. Eso sí, es importantísimo que la cabeza funcione bien y que en cada momento se sepa lo que se hace, con claridad y serenidad, dejando a un lado eso que nos puede costar la vida, como las drogas, la bebida y la alta velocidad.

        Seamos conscientes de lo que hacemos, para que la alegría nos dure mucho y no causemos dolor a nadie.

Trotamundos

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