Las
luces navideñas que adornaban escaparates y calles se apagaron. Los villancicos
retornaron a la memoria, donde
esperarían a ser rescatados al año siguiente. En los hogares
retornaba la calma, después de días de
compras, cocinar para los que sentarían a la mesa y celebrar juntos la
Navidad.
Una
vez pasadas las fiestas quedaba una tarea por realizar. Había que guardar las
figuras del nacimiento, el árbol de Navidad y todos los adornos colocados por
distintas partes de la casa. En esta
tarea se encontraba Clara cuando descubrió semiculto el sobre entre las ramas
ya desnudas de adornos del árbol de Navidad. La mujer tomó la carta que ella
misma había dejado para los Reyes Magos. Por unos instantes se quedó mirando el
sobre, después cerró los ojos y su mente fue desgranando el contenido de la
misma.
Queridos
Reyes Magos:
Este
año me he decidido escribiros mi carta, no para pediros juguetes, ni regalos,
sino para deciros que a pesar de los muchos años que ya tengo, cuando llega la
noche de Reyes, me viene el recuerdo de cuando siendo niña esperaba con ilusión
vuestra llegada. Recuerdo como mi madre, cuando llegaba la víspera de reyes nos
mandaba acostar pronto, porque decía, que si estábamos levantados los Reyes
pasaban de largo, pero mis hermanos y yo antes de irnos a dormir, salíamos al
patio de la casa para ver la paja y agua que ella había dejado para los
camellos y el dulce para vosotros.
También tengo que deciros, que a pesar del tiempo que
ha pasado, sigo recordando el olor del perfume que impregnaba el aire de la
noche y que solo era explicable por la
ilusión de vuestra llegada.
A la
mañana siguiente salíamos a ver que nos habías dejado. De agua y de la paja solo quedaba un pequeño rastro y a su
lado el juguete, pero nada que ver con los con los que dejáis ahora, pero para
nosotros aquel pequeño juguete se convertía en una gran regalo.
Bueno,
creo que me he extendido un poco. El próximo año quizás vuelva a escribiros,
pues como os he dicho antes, a pesar de mis muchos años, aún conservo dentro de
mí a la niña que cada año cuando se acerca vuestra
llegada renueva su ilusión.
El
timbre de la puerta sonó insistente haciendo que Clara interrumpiera sus
pensamientos, acaricio de nuevo el sobre y lo guardó con los demás objetos
navideños.
En el
aire de la habitación ella percibía el
olor de la fragancia del perfume de la
noche de Reyes.
.
I R I S
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