sábado, 26 de enero de 2019

Historietas del abuelo





            Como cada tarde a la salida del colegio, la abuela recogía a los niños para llevárselos a su casa hasta la llegada de los padres, después del trabajo.

            Cuando llegaban a la casa, la abuela les preparaba la merienda que ellos con gran apetito daban buena cuenta de ella. Una vez habían terminado de merendar, los reunía en la salita, como cada día antes de que empezaran a hacer los deberes, para contarles las  historietas del abuelo que a ella siendo niña le contaba su abuela. Los niños, que ya conocían algunos relatos, se dispusieron a escuchar con mucha atención las viejas historias que la mujer recordaba para ellos.

            Y con voz surgida del recuerdo la mujer comenzó su relato.

            .-Contaba el abuelo, que un día él y  su amigo Manuel, decidieron ir a visitar a un pariente que vivía en el pueblo de al lado. Cuando llegó el día acordado,  los dos hombres emprendieron rumbo al pueblo donde éste vivía. Caminaban uno junto al otro en animada conversación, cuando de repente  uno de ellos recibió como un latigazo en la espalda y volviéndose al amigo le dijo que por qué le había pegado, a lo que el otro le contestó que él no había sido, extrañados continuaron caminando, hasta que esta vez el golpe lo recibió el otro compañero que volviéndose a su amigo le hizo la misma pregunta, recibiendo la misma contestación que él le había dado a su amigo unos minutos antes. Ante este hecho   decidieron mirar atrás para averiguar quién les golpeaba, entonces vieron en medio del camino a la serpiente preparada para asentarles un nuevo golpe, entonces los dos hombres apresuraron el paso dejando atrás al reptil con sus malas intenciones.

            La abuela interrumpió por unos instantes el relato y miró a los niños que seguían muy atentos a lo que ella les estaba contando, lo que la animó a seguir con la historia.

            Los dos hombres continuaron su andadura, comentando entre risas lo que les había  sucedido  con el reptil que se había cruzado en su camino. Cuando ya a lo lejos se divisaban las casas del pueblo donde se dirigían se vieron sorprendidos por un toro que se dirigía a ellos a toda carrera, sin dudarlo un segundo echaron a correr hacía la casa de campo que tenían cerca de donde se encontraban. Una vez llegaron a ella abrieron la puerta y dejándola abierta se escondieron en la parte de atrás de la misma. El toro que les había perseguido hasta la casa, entro en ella en su busca.  Cuando los dos hombres  vieron que el animal estaba dentro, aprovecharon para cerrar  la puerta dejando al toro encerrado en ella.

            Pasado ya el susto volvieron al camino para continuar su marcha. Caminaban ya más tranquilos cuando se cruzaron con un grupo de gitanos, sin dudarlo, se acercaron a ellos y les preguntaron que si habían perdido un burro,    a lo que el gitano viendo la oportunidad de hacerse con el  burro les  contestó que sí, entonces estos le contaron que lo habían encontrado y lo había dejado en la casa que se veía en medio del campo.  El gitano  frotándose las manos les dio las gracias. Una vez que los dos hombres se alejaron  se encaminó  a toda prisa con toda la familia hasta la casa que le habían indicado. Por el camino uno a uno los churumbeles le pedían al padre:

            .- Pá ¿me va a montar en burro?

            El padre cansado de escuchar que todos querían montar en el burro les contestaba:       
            .- Tranquilos que para toos habrá.

            Cuando por fin llegaron a la casa y abrieron la puerta, el toro salió de estampida, llevándose todo a su paso. Los churumbeles corriendo, los cestos de la gitana por los aires y el padre maldiciendo a los que le habían engañado.

            Mientras en la distancia los dos amigos seguían la escena y viendo el enfado del gitano, se dieron prisa para llegar al pueblo y no volver a encontrarse en el camino.

            Cuando llegó a este punto de la historia, la abuela interrumpió el relato y dirigiéndose a los niños les dijo: 
 
            .- Bueno, ahora toca hacer los deberes y mañana continuaremos con otra historieta del abuelo.




I R I S

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