Desde
primeras horas de la mañana, la actividad en casa de Manuel y Estrella era
frenética. Quedaban tantas cosas por terminar, compras de última hora, preparar
un buen menú, que gustara a todos o casi todos. A la abuela le había dicho el
traumatólogo que tenía que operarse de la rodilla para ponerle una prótesis.
Los dolores cada vez eran más fuertes y frecuentes.
A comer
llegaban su hija, marido y niños. Estaban deseando verlos. Vivían en una ciudad
lejos de su hogar y la economía no daba para prodigar muchas visitas al cabo
del año. Hubo que preparar sitios donde dormir para toda la tropa. No hacía
mucho, al yerno lo habían mandado al paro mediante un E.R.E. de la empresa. La
hipoteca pesaba como una losa en la
economía familiar
Su hijo y
familia vivían más cerca y llegarían a media tarde. Cuando acabara la noche se
marcharían a su casa. Su hijo les había informado que las relaciones
matrimoniales no iban muy bien y se estaban planteando separarse. ¿Qué pasaría
con las dos niñas que tenían?, ¿Dónde se iría a vivir su hijo si se separaban y
qué régimen de tener a las niñas tendría?
Era la Nochevieja y, por
tácito acuerdo, dejaron esos temas aparcados. Con la paga extraordinaria de los
abuelos habían preparado una cena que todos agradecerían, especialmente los
niños, que comían en el colegio o comida preparada. La abuela con todo su amor,
les había preparado esos platos que siempre le pedían y que les sabían tan
ricos.
La comida
transcurrió en términos alegres y locuaces. El abuelo estuvo ingenioso para
hacer reír a los niños y la abuela les prodigó achuchones y cariños que tanto
agradecían. La sobremesa tradicional, recogida de restos y fregado de vajilla y
cubertería. Había que empezar a preparar la gran cena de Nochevieja.
Prepararon las
bandejas de turrones, mazapanes y chocolates. Las nueces y frutas escarchadas,
peladillas y piñones. Las copas, y la botella de cava en la nevera. Las uvas se
pelarían a última hora para las campanadas. Se sacaron los tableros para
agrandar la mesa, se trajeron sillas suficientes, platos y vasos, cubiertos,
servilletas. Se encendieron las luces del Belén para dar un ambiente más
festivo al evento.
Ya llegaron
todos. Besos, abrazos. Se pusieron al día de sus quehaceres y trajines
cotidianos. Silencio, el mensaje del Rey. Parabienes para todos y deseos de que
todos los españoles tuvieran cubiertas sus necesidades y un trabajo y una
vivienda digna. Lo de todos los años.
La cena
copiosa, ruidosa y con las emociones a flor de piel. ¡Qué llegan las campanadas!
¿Qué vestido traerá la
Pedroche ? ¿Se equivocarán al contar las campanadas? Atragante
familiar a la hora de trasegar las uvas, risas, toses. La última campanada.
Besos, abrazos y buenos deseos para el año que estrenan. Transcurre la velada y
llega la hora de dormir.
Manuel y
Estrella tardan en coger el sueño.
¿Qué les
deparará el nuevo año?
Rabo de lagartija
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