sábado, 19 de enero de 2019

Año nuevo...





         Desde primeras horas de la mañana, la actividad en casa de Manuel y Estrella era frenética. Quedaban tantas cosas por terminar, compras de última hora, preparar un buen menú, que gustara a todos o casi todos. A la abuela le había dicho el traumatólogo que tenía que operarse de la rodilla para ponerle una prótesis. Los dolores cada vez eran más fuertes y frecuentes.

         A comer llegaban su hija, marido y niños. Estaban deseando verlos. Vivían en una ciudad lejos de su hogar y la economía no daba para prodigar muchas visitas al cabo del año. Hubo que preparar sitios donde dormir para toda la tropa. No hacía mucho, al yerno lo habían mandado al paro mediante un E.R.E. de la empresa. La hipoteca pesaba como una losa en  la economía familiar

         Su hijo y familia vivían más cerca y llegarían a media tarde. Cuando acabara la noche se marcharían a su casa. Su hijo les había informado que las relaciones matrimoniales no iban muy bien y se estaban planteando separarse. ¿Qué pasaría con las dos niñas que tenían?, ¿Dónde se iría a vivir su hijo si se separaban y qué régimen de tener a las niñas tendría?

         Era la Nochevieja y, por tácito acuerdo, dejaron esos temas aparcados. Con la paga extraordinaria de los abuelos habían preparado una cena que todos agradecerían, especialmente los niños, que comían en el colegio o comida preparada. La abuela con todo su amor, les había preparado esos platos que siempre le pedían y que les sabían tan ricos.

         La comida transcurrió en términos alegres y locuaces. El abuelo estuvo ingenioso para hacer reír a los niños y la abuela les prodigó achuchones y cariños que tanto agradecían. La sobremesa tradicional, recogida de restos y fregado de vajilla y cubertería. Había que empezar a preparar la gran cena de Nochevieja.

         Prepararon las bandejas de turrones, mazapanes y chocolates. Las nueces y frutas escarchadas, peladillas y piñones. Las copas, y la botella de cava en la nevera. Las uvas se pelarían a última hora para las campanadas. Se sacaron los tableros para agrandar la mesa, se trajeron sillas suficientes, platos y vasos, cubiertos, servilletas. Se encendieron las luces del Belén para dar un ambiente más festivo al evento.

         Ya llegaron todos. Besos, abrazos. Se pusieron al día de sus quehaceres y trajines cotidianos. Silencio, el mensaje del Rey. Parabienes para todos y deseos de que todos los españoles tuvieran cubiertas sus necesidades y un trabajo y una vivienda digna. Lo de todos los años.

         La cena copiosa, ruidosa y con las emociones a flor de piel. ¡Qué llegan las campanadas! ¿Qué vestido traerá la Pedroche? ¿Se equivocarán al contar las campanadas? Atragante familiar a la hora de trasegar las uvas, risas, toses. La última campanada. Besos, abrazos y buenos deseos para el año que estrenan. Transcurre la velada y llega la hora de dormir.

         Manuel y Estrella tardan en coger el sueño.

         ¿Qué les deparará el nuevo año?


Rabo de lagartija

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