Ahora que tan devaluada está la palabra, cuando
tantas personas la degradan, a mí me encanta enredarme con ellas. Y pensar que
es a base de esos pequeños signos, que primero fueron pictográficas, luego
simbólicas, y por último fonéticas. El
resultado es el mismo, pequeños signos con significado sobre arcilla,
metal, piedra, papiro o pieles. Seguro que en la antigüedad pensaban que era
magia.
De esa magia fue de donde salieron las
grandes obras de genios, que uniendo su pensamiento con esos pequeños signos
consiguieron traer hasta nosotros la gran obra escrita de la humanidad. Obras
de Homero; de Cervantes; y de tantísimos otros, o en último caso, la de Manuel
Ribas, que ahora mismo busca la palabra más adecuada para expresar a base de frases,
lo que siente, lo que piensa o aquello que no le gusta, y utiliza como él sabe hacerlo,
la palabra.
Y por eso tiene magia ¿Acaso no es
mágico que yo escriba unas pequeñas
marcas en papel y tú, al otro lado del mundo puedas entender lo que estoy
pensando? Si me expreso correctamente, podrás comprender mis sueños y compartir
mi conocimiento. Quizás pueda pintar con mis palabras una belleza ya existente,
pero al verla a través de mis ojos, desde mis palabras, podrás sentir la pasión y la elegancia que entraña.
De esta manera, habría vencido al tiempo y al espacio, compartiendo contigo un
momento de inspiración o quizás de risas.
Después de jugar un poco con esos
pequeños signos, reconozco por supuesto que sí. Que la palabra es magia. Es una poderosa, peligrosa
y bonita magia.
QUIRÓN
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