Estoy dormida pero tengo un sueño muy real.
Voy andando por una gran avenida, llena de gente, que
viste de muchos colores.
Todo el mundo
camina solo, sin compañía alguna. Yo voy acompañada por mi familia, la gente se
gira para mirarnos. Estoy en una ciudad desconocida, intento comunicarme con
alguien y hablan otro idioma que no entiendo. Crece mi angustia.
Entro en un sitio a tomar un café. Por un gran
ventanal veo que hay mucha más gente en la calle. De repente entre la gente veo
policías que acordonan la zona y quedan
dos grupos de personas, los que estamos dentro del establecimiento no podemos salir a la calle y los que están
fuera no se pueden mover pues hay muchos policías. Se crea una multitud a la
que no dejan continuar su camino, hay lucha y forcejeo con la policía, si
alguna persona corre e intenta salir de
ese cordón policial, a unos metros hay
otro aún más férreo.
La gente que estamos dentro miramos atónita a los de
fuera, vemos caras de susto, gritando, y ellos nos miran a nosotros con los
ojos muy abiertos sin entender muy bien lo que pasa. La casualidad fue la que
nos separó unos dentro y otros fuera, y los de fuera no saben porque están en
esta situación. Se han creado dos grupos, condenados a mirarnos.
Muy a lo lejos se oyen unas sirenas que me hacen
presagiar algo mucho peor, el zumbido de las sirenas es cada vez más fuerte, hasta que abro los ojos y reconozco
el sonido del despertador y mi angustia se convierte en tranquilidad.
Estoy en mi cama
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