miércoles, 30 de mayo de 2018

Aquel y su comparación




Dante Alighieri decía: “no se hace  el Gobierno para las leyes, sino al contrario. Todo en la composición de un Estado debería estar al servicio del ciudadano, incluido el Gobierno, el monarca, o  la mismísima República”.  
   
     Aquel, hace una comparación: “una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil”. El nacionalismo beligerante  se muestra tan delicado a la hora de caminar de puntillas sobre sus métodos y tan contundente a la hora de establecer sus raíces y propósitos…

 Dice: los sueños del Che Guevara, no tenían más enemigos que su propia pistola. De igual manera el estalinismo  utilizaba el pasado y el futuro a su antojo para negar el ahora, es decir, la verdadera responsabilidad de sus acciones. (Pero eso también lo hace Rajoy desde que gobierna. ¿No?)

La iglesia católica  ha empleado con frecuencia armas similares. Una simetría vertical, las raíces se hunden en la historia  y se duplican a la inversa, para instalarse en el futuro del limbo al cielo, dejando a la intemperie el tallo débil del asunto de nuestras vidas.

 La doctrina católica solo promete al ser humano dos inocencias, una es prenatal y la otra post mortem. Curiosamente ninguna lleva nuestro nombre. Donde unos dicen cielo, otros patria. Algunos dicen pueblo. Todas estas hermosas expectativas consideran nuestras necesidades una razón secundaria.

No es de extrañar que la palabra “sacrificio” sea compartida por las diferentes utopías que en el mundo han sido.

 El retroprogresismo es una creación asombrosa  de la nueva izquierda. Sustituye todos los ritos por ritos paralelos, no cambia el fondo, sino la forma de todas las condenas. Una vez más, el árbol incrusta sus raíces pasadas y futuras, el limbo y el cielo y desprecia nuestro verdadero nombre.

Cabe pensar que la izquierda tendrá desarrollo  puntual de individuos libres, por eso resulta desconsolador vernos vestidos  de domingo, imitando torpemente a los fantoches que marcan nuestras ansias de libertad, de individualidad.

Mientras el retroprogresismo campea a sus anchas por esta nueva España, condenada a imitar a la caduca burocracia enemiga, poca esperanza queda para la inteligencia. La  sustitución de ritos cansados por nuevos ritos idénticos, es en el territorio de las libertades tan inútil como el cambio de decoración en el obligado territorio de la celda.
QUIRÓN

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