Como
cada día tomo el metro para dirigirme a mi puesto de trabajo. Bajo las
escaleras camino al andén y espero la llegada del convoy. Durante los minutos
que dura la espera me distraigo recorriendo la estación. Los paneles que se
encuentran en ella anuncian el tiempo de llegada como alguna que otra noticia,
con el fin de entretener al pasajero en el tiempo de espera. Sin dejar de ver
lo que sucedía a mí alrededor el recuerdo de aquella otra
estación del pasado vino a la mente. Recordaba también el ruido que hacían los
trenes anunciando su llegada cuando salían, y del traqueteo que sentías cuando
emprendían la marcha hacia el interior del túnel. También me gustaba meter los
dedos por las pequeñas aberturas que dejaban las puertas y poder sentir el roce
del aire.
El
sonido del silbato anunciando la llegada del convoy me hizo romper el hilo de
los recuerdos. Cuando este paró y se abrieron las puertas, entré en su
interior. Durante los minutos que duró el trayecto, seguía pensando en los
momentos vividos en el pasado en otra estación, y que se habían despertado en el tiempo que
duró la espera.
Cuando el convoy se detuvo en la estación
donde tenía que bajarme, las puertas se abrieron y me dirigí con dirección a
las escaleras que conducían a la salida. Según avanzaba hacia ellas, las notas
de una melodía llegaron hasta mí. Por un momento eché a un lado los
pensamientos que me habían acompañado, y me dejé llevar por la música mientras iba ascendiendo por las escaleras
mecánicas.
El
tiempo que duró mi trayecto hasta la salida, la música me acompañó haciendo
que, por un momento, fuera mi compañera de viaje.
IRIS
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