Conducía
escuchando la masacre,
la
espantosa masacre de Londres.
¡Qué
pena de ser persona¡
¡Qué
poquito vale un ser humano¡
La llegada al
cruce y cambio de carretera fue como cambiar de país. Comenzaron a llegar los
copos de nieve, a los cuales recibimos con entusiasmo y, conforme avanzábamos,
los copos eran más continuos, más copiosos y de mayor tamaño. Durante un
espacio de tiempo de unos 25 minutos, todo el campo se puso blanco. Los árboles
se adornaron de un manto blanco, sus ramas parecían adornos de pascua y con el
peso de la nieve cambió el paisaje en tan sólo unos minutos. Los copos eran muy
grandes y el limpiaparabrisas hacía un gran acopio en sus idas y venidas. Hay
que decir que la nieve era blanda y que en el suelo de la carretera no se
cuajaba y eso nos fue de gran ayuda para llegar al destino, Si la nieve hubiera
sido seca, no podríamos haber hecho nuestro camino, que fueron 60 kilómetros .
Deseo hacer
constar que copos tan grandes no recuerdo haberlos visto desde hace mucho años,
y en los campos era impresionante cómo cambiaban de aspecto. Todo se cubrió de
blanco, la hierba no existía. La distancia a la que se podía ver era de unos 500 metros . Fue una
experiencia más y, como era por la mañana, en ningún momento nos preocupó. El
paisaje estaba de poelícula.
Trotamundos
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