El
telón se dejó caer lentamente, cerrando por última vez el escenario. Las luces
del patio de butacas se fueron apagando lentamente hasta que reinó la
obscuridad total en él.
En
los camerinos, los actores miraban por última vez al espejo que tenían
enfrente, donde se habían maquillado desde hacía tanto tiempo antes de salir a escena, y el espejo les devolvía
la tristeza de sus miradas.
Cuando
los actores y empleados salieron del local, el silencio comenzó
a reinar en su interior; entonces mágicamente las luces se encendieron sin que
nadie diera al interruptor, los camerinos abrieron sus puertas sin que una mano
girara el picaporte, dejando ver su interior desierto, al tiempo se podían ver las imágenes irreales al otro lado
del espejo. Por los pasillos deambulaban tomando vida los personajes que durante
años habían sido representados por los actores y ahora ellos saliendo de la fantasía se preparaban para hacer la última representación.
El
tiempo había transcurrido y en el lugar donde se hallaba el viejo teatro, ahora se alzaba un
edificio de apartamentos.
Cuentan
algunos vecinos de la zona que por las noches se pueden oír el susurro de voces
saliendo de las paredes del nuevo edificio y el sonido que hace cuando se cierra el telón.
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