sábado, 26 de octubre de 2019

El barrio





            María subió las escaleras mecánicas del metro que la conducían al  exterior de la estación.  Una vez arriba se encontró frente a la plaza y con la mirada recorrió el lugar. En el centro la fuente, donde en un tiempo se levantaba el entramado del  scalectrix por donde circulaban los vehículos y que no dejaban ver la belleza que en ella se encontraba.
     
            Por un tiempo la mujer vislumbro con la mirada lo que tanta veces había visto en ella: La Cuesta de Moyano, donde seguían las casetas de libros viejos y de ocasión, el Paseo del Prado y el Jardín Botánico, donde había ido de niña en las noches de verano a tomar el fresco junto a sus padres, la estación con los trenes que salían con dirección a otras ciudades. En ella también se encontraba el Museo donde antes había sido un hospital. Llegado a este punto sonrió, cómo iba a pensar ella que en aquel lugar donde había permanecido ingresada una noche, sufriría una transformación tan grande, dejando las salas vacías para llenarlas de arte.

            Después de un tiempo, María tomo rumbo hacia la casa donde la estaban esperando. Al llegar a esta se encontró de nuevo con los recuerdos que acudieron a su mente. La calle en la que ahora se encontraba, el tráfico y los coches no dejaban de transitar y recordó como en ella  en un tiempo, había jugado con las niñas del barrio a la piedra en los dibujos hechos en los cuadrantes de los adoquines que formaban el pavimento de la calle.

            Por un tiempo continuo recordando los cambios que se habían ido produciendo en la zona y, como cada vez que regresaba a ella, no dejaba de recordar los momentos que había vivido en el barrio.


I R I S

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