domingo, 7 de abril de 2019

Los eufemismos cínicos, crean senderos de lágrimas





¿En qué piensas si en una noticia te hablan de una persona en “postura estresada”? Yo pienso, por ejemplo, en una persona limpiando ventanas en un rascacielos. Pienso en estudiantes el día de examen de selectividad. Pienso en un animal inmovilizado en una granja de engorde. En la época de Dick Cheney, oficialmente vicepresidente de EEUU con Bush, la expresión “postura estresada”, si no te hacías el tonto o el loco, significaba “tortura” a un ser humano. Ocurría lo mismo con la expresión “manipulación sensorial”.
Ah esa persona ¿qué la están haciendo? Lleva días sin dormir, con focos de luz y música a tope en su celda. Y le han metido la cabeza en una bolsa de plástico  y en la bañera hasta la asfixia y la pérdida del sentido.

¡Ah, nomás es una “manipulación sensorial”!

Bueno, los eufemismos funcionan durante un tiempo. Sobre todo, mientras la gente  enterada, la que está más o menos en el ajo, se hace eso, la tonta o la loca. A veces se hace la tonta y la loca toda la vida: el jefe de torturas de la policía política portuguesa declaró, años después de la dictadura, que ellos no torturaban, sino que causaban  “incomodidad” al detenido. En España todavía hay gente de esta calaña que, como represores en la dictadura, causaron fatales “incomodidades” jamás juzgadas. Es así también que, en las guerras, los miles de muertos civiles inocentes, la aniquilación de animales y el envenenamiento  de bosques y ríos, reciben la denominación de “daños colaterales”. Y es así que miles de víctimas infantiles por parte de sacerdotes depredadores aparecerán en los documentos oficiales de la iglesia  como “contactos inapropiados”, ¡Y pensar que la relación homosexual libre, en tiempos de la inquisición, era el peor de los pecados, el “nefando”, el innombrable, y se castigaba con la hoguera!

 La incesante producción de eufemismos cínicos es directamente proporcional al dolor que causan. Si encadenamos “posturas estresantes” más “molestias sensoriales” más “daños colaterales” más “contactos inapropiados”, el daño es incalculable. Desde la llegada de los colonizadores, el pueblo Cherokee resume su historia como el Sendero de las lágrimas. Es una identidad que pueden compartir los seres más vulnerables del planeta. Que caminan por ese largo sendero de lágrimas.


QUIRÓN

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