domingo, 7 de abril de 2019

Los aromas de mi cocina





         Cuando termino los trajines mañaneros o vespertinos, acostumbro llegar a casa con tiempo para comer o cenar. No me gusta llegar con la hora justa o tarde. Abro el portal y me dirijo hasta el ascensor. En ese momento mi olfato empieza a sentir ciertos olores y aromas a guisos y frituras que los vecinos están preparando.

         El ascensor me deja en mi piso y al salir de él, intento siempre adivinar que está cocinando cada vecino de mi rellano. Pescados, verduras, carnes, frituras, guisos y hasta aroma de café recién hecho me empiezan a remover los jugos gástricos de mi estómago. Aquí están friendo pimientos verdes, allí huele a repollo, en mi casa un delicioso cocido me está esperando. Abro la puerta de casa y los aromas me envuelven e incentivan mi apetito.

         Hay tal riqueza de distintos cocinados y variedades de productos, no como antes, que en los términos rurales todos los días preparaban cocido en el puchero a loa lumbre. Hoy, si estás dispuesto a cocinar no sólo para alimentarte sino para disfrutar de un buen plato, sin hacer exquisiteces raras y caras, a veces una simple sopa de ajo es un deleite para el paladar. Unas legumbres con sustancia, cualquier variedad de carne o pescado, ya sea frita, guisada, horneada, rebozada o a la plancha, sola o acompañada de patatas, verduras o salsas, saben a gloria. Arroces, pastas, huevos, caldos, patatas con lo que sea que las acompañes, embutidos, mariscos, frutas, postres de todas clases, lácteos y un buen pan para el remoje, pueden convertir una necesidad fisiológica en un momento de felicidad, siempre con moderación.

         Al cabo de un rato, pasas por la cocina y aún sigues oliendo los distintos preparados alimenticios que has degustado ese día. No te olvides de una buena sobremesa. Es un buen momento para hablar con tu familia o con las personas que te acompañen ese día en tu comida para renovar lazos o ponerte al día de los sucesos y avatares que han ocurrido en la vida.

         Tengo un amigo que ha perdido el olfato hace años. No sabe lo que se pierde cuando llega a su casa y no percibe e imagina lo que va a comer ese día. Disfrutemos con el sentido del olfato.

Rabo de lagartija

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