Al
pasar por el puente del Tiemblo,
aquel
día las truchas se movían
entre
las piedras lisas por el agua,
que
las nieves derretían.
Sus
maderas corroídas por los años
permitían
el paso de los seres,
fueran
ya personas y animales
cada
cual a sus quehaceres.
En
aquellas primaveras lluviosas
el
río soportaba un gran caudal,
y
las piedras en su lecho se pulían
con
el roce que llevaba el vendaval.
Luego
en calma estaba noble
y las truchas en las aguas cristalinas,
desovaban
y criaban alevines
que
alegraban al mirar con las retinas.
Eran
mis años de niño, aquellos días
en
el río, las mujeres hacían las coladas,
y
las rocas parecían de colores
con
las prendas de color engalanadas.
Este
puente de madera y agujeros,
por
entonces soportaba un gran trasiego,
era
el paso de ganado y arrieros,
cada
cual sus menesteres, ya con prisas o sosiego.
El
tiempo todo lo cambia
y
el puente ya está cambiado,
ya
no se lava ni tiende,
y
hasta las piedras han mermado.
Trotamundos
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