sábado, 11 de noviembre de 2017

La timidez





La timidez es como el ataque vergonzoso, son síntomas de una emoción, que nos altera en exceso.

La base de mi timidez es la tendencia a sentirme torpe, insegura, cohibida, a no poderme desenvolver con naturalidad a la hora de relacionarme con los demás. La vergüenza nos acompaña desde la niñez y se encuentra infiltrada en nuestra forma de relacionarnos y de actuar.  Si a esto le añadimos los miedos de la timidez, se convierten en ”emociones morales”, y desempeñan la tarea previsora que no te permite rebasar la línea de lo correcto, lo aceptable, de lo admisible.

 Dicen, que la idea de ser visto constantemente es lo que te mantiene disciplinada. No estoy de acuerdo. Para mí la vergüenza supone un mecanismo de autocontrol y de hecho, como buena vergonzosa, pienso mucho antes de decidirme. “De hecho, la vergüenza es la primera emoción citada en la Biblia, cuando Adán y Eva, desoyendo la prohibición, prueban el fruto del árbol del conocimiento y se percatan de su desnudez”.

Séneca: “un solo bien puede haber en el mal: la vergüenza de haberlo hecho” Surge siempre como un intento de esconder aquello que puede ser visto como inadecuado por los demás.

Confucio:”No hagas, ni aún en el lugar más secreto, nada de lo que puedas avergonzarte”

 Esto es autoconciencia exacerbada, así las creencias y las normas son absorbidas y pasan a formar parte de la persona. Con el tiempo, uno mismo se observa y enjuicia, cada pensamiento, emoción o actitud. Y nace la capacidad de autocontrol y de ser consciente de uno mismo. Lo que me pasa en una reunión, es que al hablar atraigo la atención sobre mí, y aparece la ansiedad, esa emoción tan intensa que se vuelve imposible seguir leyendo, hablando. Tartamudeo, leo mal, se hace insufrible por que pierdo la espontaneidad  de pasar desapercibido. Es miedo escénico y aparece frente a una situación en la que es preciso mostrarse ante los demás.
Thomas Fuller:”El hombre honesto no teme la luz ni la oscuridad”. Y una mierda.

La vergüenza suele causar una escisión entre lo que se siente y lo que se decide mostrar a los demás. Es un mecanismo de defensa pero dificulta la conexión con las otras personas y genera estrés. Dicen que hay que ser honesto con los propios sentimientos para sentir el efecto beneficioso que implica expresarte con mayor coherencia y libertad. El  principio más profundo del ser humano es el deseo de ser apreciado.
  
Desgraciadamente la vergüenza como emoción ha sido y es utilizada como medida educativa, así como recurso de manipulación y maltrato, mediante la crítica, y la burla. Las comparaciones en público o el rechazo, pueden hacer mella en la autoestima de una persona. Todos necesitamos sentirnos incluidos y aceptados entre familiares, amigos y compañeros porque nos aporta mayor sensación de solidez y seguridad.

 Mi vergüenza me impulsa a la conformidad y a la permanencia en el grupo, a adaptarme a esas ideas, normas o estilos y preferencias del entorno. Pero eso sí, vigilando no salirme de lo correcto y lo aceptable. No seré magnánima nunca con lo inaceptable.
                                                                                           
Albert Espinosa: “lo que más ocultas es lo que más muestras de ti”.

Giorgio Nardone: “La fragilidad declarada se convierte en fortaleza”.


Solemos avergonzarnos de sentir vergüenza. Pero a pesar de los esfuerzos por suprimirla, está emoción sigue manifestándose en forma de timidez y de bochorno, dudas o inseguridad. Estas tan pendiente para que no te pase, que la ansiedad se dispara.

Quirón

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