Un
cielo precioso y radiante de sol de otoño nos saluda todas las mañanas. El
anticiclón nos provee del calor del sol y sus rayos lumínicos son necesarios
para la vida en el planeta. Los bares ponen sus terrazas, los hosteleros llenan
sus plazas de turistas y las playas se abarrotan de gente paseando e, incluso,
de algún valiente que goza de la salinidad de las aguas marítimas. Pero, ¿dónde
están las nubes?
Un
cielo nublado, cargado de tormentas y borrascas y un viento que hace la función
de barrer partículas nocivas que cubren las grandes ciudades, nos provee del
agua necesaria y del aire purificado, que también son necesarios para la
existencia de seres vivos del planeta. Los agricultores y ganaderos, los
municipios que riegan calles y jardines, las especies que pueblan nuestros
ríos, los manantiales y fuentes que nos suministran en sitios despoblados de
agua fresca o embotellada. ¿Cuándo vamos a mojarnos con la bendita lluvia?
Las
tradiciones religiosas sacan Santos a la calle para atraer la lluvia. Los
científicos y máximos dirigentes políticos se reúnen y discuten y vuelven a
reunirse y aplazan sus decisiones para más adelante. Han encontrado un
culpable: El cambio climático, producido por la mala gestión del ser humano que
tira y llena el espacio de residuos tóxicos que le hacen difícil a la Naturaleza desarrollar
sus ciclos vitales. Queremos que llueva sin prescindir de ese mal agónico que
llamamos consumismo. Coches y transportes contaminantes. Energías no renovables
que mantenemos porque generan riqueza a quien las gestiona. Todo ello nos
produce un cierto placer mundano pero no valoramos el coste vital que estamos
pagando. Año de nieves, año de bienes, dice el refrán popular.
El
agua es un bien preciado y escaso y aunque sabemos que la cantidad de agua ni
aumenta ni disminuye, es una realidad que o bien llueve con despropósito
anegando zonas y sin poder aprovechar para futuro esa agua caída, o bien nos
condena a la escasez. En la antigüedad se denominaba años de vacas flacas y
años de vacas gordas. No se como quedarán las vacas de la actualidad. Si la
lluvia es escasa, hay que aprovecharla al máximo y repartirla solidariamente.
Su consumo debe ser prudente, moderado y pensando en el mañana.
¡Que
llueva, que llueva, la Virgen
de la Cueva !
Rabo de lagartija
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