sábado, 25 de noviembre de 2017

¿Dónde están las nubes?





       Un cielo precioso y radiante de sol de otoño nos saluda todas las mañanas. El anticiclón nos provee del calor del sol y sus rayos lumínicos son necesarios para la vida en el planeta. Los bares ponen sus terrazas, los hosteleros llenan sus plazas de turistas y las playas se abarrotan de gente paseando e, incluso, de algún valiente que goza de la salinidad de las aguas marítimas. Pero, ¿dónde están las nubes?

       Un cielo nublado, cargado de tormentas y borrascas y un viento que hace la función de barrer partículas nocivas que cubren las grandes ciudades, nos provee del agua necesaria y del aire purificado, que también son necesarios para la existencia de seres vivos del planeta. Los agricultores y ganaderos, los municipios que riegan calles y jardines, las especies que pueblan nuestros ríos, los manantiales y fuentes que nos suministran en sitios despoblados de agua fresca o embotellada. ¿Cuándo vamos a mojarnos con la bendita lluvia?

       Las tradiciones religiosas sacan Santos a la calle para atraer la lluvia. Los científicos y máximos dirigentes políticos se reúnen y discuten y vuelven a reunirse y aplazan sus decisiones para más adelante. Han encontrado un culpable: El cambio climático, producido por la mala gestión del ser humano que tira y llena el espacio de residuos tóxicos que le hacen difícil a la Naturaleza desarrollar sus ciclos vitales. Queremos que llueva sin prescindir de ese mal agónico que llamamos consumismo. Coches y transportes contaminantes. Energías no renovables que mantenemos porque generan riqueza a quien las gestiona. Todo ello nos produce un cierto placer mundano pero no valoramos el coste vital que estamos pagando. Año de nieves, año de bienes, dice el refrán popular.

       El agua es un bien preciado y escaso y aunque sabemos que la cantidad de agua ni aumenta ni disminuye, es una realidad que o bien llueve con despropósito anegando zonas y sin poder aprovechar para futuro esa agua caída, o bien nos condena a la escasez. En la antigüedad se denominaba años de vacas flacas y años de vacas gordas. No se como quedarán las vacas de la actualidad. Si la lluvia es escasa, hay que aprovecharla al máximo y repartirla solidariamente. Su consumo debe ser prudente, moderado y pensando en el mañana.

       ¡Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva!


Rabo de lagartija

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