Ayer
por fin comenzó a llover. Los árboles cambiaron su color, las hojas tenían un
brillo radiante, iluminaban la vista con sus tonos- Las laderas con sus colores
tan variados mostraban una alfombra multicolor que, con los rayos del sol, mostraban
un lugar idílico. Contemplando tal momento es digno de recordar durante mucho
tiempo.
La
vista se quedaba clavada en aquella ladera llena de bondad, con un cielo claro
y luminoso, con las hojas amarillas y ocres de los chopos y cerezos, el verde
fuerte de los pinos y el color rojizo de los castaños, que empiezan a perder
sus hojas y erizos después de la caída de las castañas, ese fruto tan bueno y
nutritivo para los huesos. Y si a esto acompañamos el verdor de los olivos, la
alfombra queda majestuosa.
Trotamundos
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