domingo, 19 de abril de 2015

Mi árbol





Siempre pensé que los árboles de tronco grande y fuerte nunca podían perder sus hojas. Las veía tan pegadas a las ramas, llenas de esplendor, que nada las podía  mover. Ni el viento de la primavera, ni una nevada copiosa de invierno; y nunca se podrían secar en verano, si el riego entraba en sus raíces como una baba blanca de energía.

Así fui observando que en mi jardín uno de los árboles me saludaba por las mañanas cimbreando sus ramas, que poco a poco se hacían mas grandes, despertando olores. Fueron creando en mis sentidos una algarabía de emociones que disfrutaba intensamente.

Todo giraba sobre mi cabeza con tanta  calidez que, mi vida se ha condicionado a cuidar de mi árbol, ¡¡tiene que estar siempre sano¡¡,  que las hojas cambien de color libremente, que  disfruten  de los cambios  al aire libre.

¡OH sorpresa! Esta mañana he visto cómo una de esas hojas, saltaba tímidamente pero con ilusión. Creo que buscaba otro jardín donde formar su árbol. Así fui viendo que algunas hojas más, también buscaban  jardín donde vivir sueños nuevos y disfrutarlos con otros árboles.

Yo sigo cuidando mi árbol, que siempre está firme y sano, sigue saludándome todas las mañanas. Las hojas que le faltan han creado  una nueva  arboleda,  donde pasean mareas de agua fresca.

                                                                                  VIRPANA

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