Tiemblan
sus manos manchadas
a
golpes de soles.
Tiemblan
sus pies frágiles,
apenas
la sostienen.
Habla
su boca palabras
que ya
nada dicen, grita su voz
¡Nena!
¡Nena!...
¡Ven!
¡Ven!...
Pero,
aún ve
y aún mira,
escucha
atenta si la hablas
y
agradece con una sonrisa
una
mirada.
El
azar, jugadas del azar.
Penas
que ya no están.
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