domingo, 19 de abril de 2015

Éxodo







             Como todos los años, por estas fechas se produce la escapada masiva de un sinfín de peregrinos, que queriendo disfrutar de unos días de descanso, cambian su rutina por otras alternativas: El pueblo, la montaña, la plata, en fin, lo que se dice cambiar de escenario para cargar las pilas. Bien es verdad que esto conlleva sufrir grandes caravanas en las carreteras, tanto a la ida como al regreso. Pero sarna con gusto no pica y yo he contribuido a ese éxodo que se produce año tras año, escapándome a mi casita de la playa. Claro que lo hice varios días antes, y regresé cuando ya terminó el puente.

            Los lugares elegidos por cada uno para la estancia, están saturados de público. Los bares y centros comerciales están abarrotados y te cuesta acceder para tomarte un aperitivo, pero seguimos entrando al trapo y, como dejándonos llevar por una riada, participamos de la aglomeración de gentes, para después, al regreso, contar a nuestros amigos y vecinos, lo bien que lo hemos pasado.

            En la playa, la temperatura ha sido la mar de agradable. Tanto es así, que algún que otro loco se bañaba aunque el agua estaba helada. Pero siempre hay gente intrépida que desafía al tiempo. No es mi caso. Estuve tomando el sol, leyendo y disfrutando de la brisa del mar, que a veces se manifestaba bastante encolerizada, y nos hacía retroceder y resguardarnos hasta el muro, donde comienza el paseo marítimo.

            Ya de vuelta a casa, de nuevo vuelvo a mis actividades cotidianas, que es una rutina que me satisface. Espero realizar otra nueva escapada en cualquier momento, sin que sean fechas de salidas masivas, porque no tengo necesidad de ello. Mi compañero y yo estamos jubilados y disponemos de todo el tiempo del mundo para aprovecharlo y disfrutar, en la medida que podemos.

Luna


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