Para los
amantes de la lengua castellana, los que rebuscan en el diccionario palabras
que expresen un bello pensamiento, que exprimen todo su conocimiento por
escribir una línea, un párrafo o un escrito en el más puro castellano, tan rico
en acepciones, sinónimos, adjetivos verbos y, sobre todo un rico vocabulario,
cuando leemos en el móvil un mensaje (Wassap es su anglicismo) y vemos el
destrozo de palabras que, por ahorrar tiempo y espacio, escriben los jóvenes de
ahora, nos preguntamos qué futuro tiene nuestro idioma.
A mi,
particularmente, me encanta describir una emoción, un sentimiento, un objeto o
cualquier cosa, recreándome en complementos directos, indirectos,
circunstanciales, para dar más énfasis y crear más lírica en cualquier escrito
que se me ocurre. Nunca he querido perder la escritura como medio de
comunicación entre personas. También una buena conversación, que no sólo es un
intercambio de opiniones y conocimientos, si no que también usas y observas el
lenguaje corporal en ti y en los demás. Captas segundas intenciones en lo que
dicen, en cómo lo dicen y en lo que no dicen. Todo esto lo vamos a perder. Ya
no hay más que móviles, callos en los dedos de tanto teclear y una soledad
aunque estén rodeados de multitud de otras personas.
Yo no podría
decir a otra persona “t q x q m gts”, esa frase inexpresiva, fría y mutilada
que encierra una declaración de amor. Hay tantas palabras bellas que se podrían
decir y que, además, llevan algo de ti encerrado en ellas, que transmiten tus
más internos sentimientos, que se las ofreces a la otra persona como prenda de
tu amor hacia ella.
Cuando observo
una reunión de chicos jóvenes, que no se miran unos a otros, que agachan la
cabeza como señal de sumisión ante su nuevo amo, que no hablan entre ellos, y
así hasta que se marchan, me pregunto a donde vamos a llegar. Antes, no había
tantos medios de comunicación como ahora y había que esforzarse en escribir
cartas, donde contabas todo lo que te pasaba y todo lo que sentías. Aunque fuera
con poca cultura y faltas de ortografía estabas deseando recibir noticias de
tus seres queridos. Recuerdo unas vacaciones que fui con mi madre, que casi
todos los días le escribía una postal a mi novia y que, sé a ciencia cierta la
ilusión que le daba que el cartero echase la carta en su buzón.
Hasta que me
muera, pienso seguir escribiendo un “Te quiero”, acompañándolo de todo lo que
mi interior sienta por la otra persona, con todas sus palabras, acentos, comas,
puntos y demás signos ortográficos de nuestra querida lengua española.
Rabo de lagartija