Esta crónica del Madrid de 1965,
viene recogida en la
Revista Siluetas , en las páginas de actualidad del mes de
mayo madrileño. Por José M. Naveros. Su contenido: Las verjas del Retiro; Don Ramón
Menéndez Pidal; El Real Madrid desahuciado; Los pies de esta novia y
microrelatos.
Las
verjas del Retiro, eran noticia porque el nuevo alcalde de Madrid. Carlos
Arias, ex Director General de Seguridad y nada más cambiar de Gobernación a
regidor de Madrid. Nada menos que ¡La
Villa del Oso y del Madroño!, tuvo la alucinante idea: de
suprimir las verjas del Retiro y del Botánico. Y saltó la “marimorena” unos que
“si” otros que “no” (…).
Don Ramón Menéndez de
96 años salía de su casa. Es un
auténtico sabio, quien elevó al pedestal
al héroe legendario el “Cid
campeador”, guerrero y señor de armas, al que don Ramón había unido a otro Cid
espiritual por una fe común que los uniría en la historia.- Polvo, sudor y
hierro- el Cid cabalga…
El Real Madrid desahuciado Al
real Madrid le ha dicho el Supremo por sentencia irrevocable que tiene que desalojar el
inmueble del Frontón de Fiesta Alegre, de la calle Alfonso XI, Nº 6(…)
Los pies de esta novia. El
caso es, que yo buscaba esta revista porque sabía, me lo había dicho el
fotógrafo cuando nos hizo la fotografía, que saldríamos en esa revista. Como no
la encontramos en dos meses ni en Madrid, ni en Carabanchel bajo, donde
vivíamos, pensábamos que el chaval de la
cámara nos había tomado el pelo con aquello
de la revista, ya que la foto la mandó por correo, así que la teníamos, pero
aquello de salir en una revista no era “moco de pavo” para unos recién casados
y la buscamos con mucha ilusión, salir en la Revista y podernos ver así reflejados y presumir
de tal milagro era todo un mundo.
Haber tenido la
suerte de “chiripa” al pararnos tras la boda en la iglesia del barrio,
llevábamos el ramo de novia a la iglesia de
Carabanchel y pasamos por la
calle de la Montera ,
donde me esperaban mis compañeras de trabajo para darles un último adiós de
soltera. Me lo pidieron- y se lo había prometido, pero vestida de novia
¡He! y así lo hicimos. El cochazo negro de alquiler se paró ante el edificio de
ocho plantas de Segarra y del coche salió una pareja de recién casados que se metieron en la tienda. Fuimos rodeados
de inmediato por el griterío bullicioso de mis compañeras, pero un joven se
metió en medio y con su cámara en ristre se dispuso a disparar. Jose se puso
delante y le dijo que no queríamos más fotos. Ya nos hemos gastado mucho
dinero, farfulló con cara de pocos amigos ¡ni una foto más! Entonces el joven
nos dijo que aquellas fotos eran para una revista y que no nos costarían nada
¿seguro? Pregunté. Se lo prometo y para que vean les mandaré a su domicilio la
foto elegida y así fue, la foto la
teníamos en casa.
Pero una excursión en moto al Escorial en el mes de
mayo admirando el monasterio y paseando por sus callejuelas y soportales nos
tenía obnubilados, boquiabiertos entre
magnolios y parterres floridos. Por fin
agotados de tanto subir y bajar cuestas nos sentamos a tomar una caña a
secas, porque allí no dan ni una aceituna si no la pagas, y como estábamos a
dos velas pues chitón, estábamos
saboreando la cerveza, la excursión, nuestra mutua compañía, la alegría lógica
de unos recién casados gozando de ellos mismos, pero mis ojos no paraban no tenía ni un segundo de quietud fisgando y
fueron a caer en un kiosco de periódicos en la esquina con la plaza. Jose me
vio y dijo ¡qué! pero yo ya me había levantado y le dije que me esperara. Fue
como un imán. Ponía Silueta era una revista con estilo y en la portada,
una bonita modelo morenita de cabello,
con un vestido verde de verano. La ojeé,
y en la página 41 encontré lo que buscaba con tanto ahínco.
Compre la revista y volví radiante de emoción a la
mesa, se la entregue a Jose y juntos contemplamos muy contentos, cómo muchos
madrileños que nos conocían nos verían asombrados en una revista de prensa.
Como si fuéramos tan famosos como don
Ramón Menéndez, las verjas del Retiro, o Pétula Clark, la gran cantante de
entonces que ocupa la otra página .
Allí estábamos: la foto, con mis compañeras
rodeándonos y nosotros sentados, como si me estuviese probando zapatos. Era
únicamente una pose para Siluetas. Nada que ver con la realidad para los demás.
Para mí, una fecha, y una foto únicas que recuerdan una gran época de mi vida
pasada.
El novio es de buena pasta y sonríe (foto Denis) Crónica y foto de 23 -3 1965
Denis nuestro fotógrafo estaba allí. Y no porque le
llamaran. Ni mucho menos. Él tiene olfato de perro o imán en su cámara. A la
novia le hacían daño los zapatos y ni corta ni perezosa entró en una zapatería
a cambiárselos. El novio la mira como divirtiéndose y las dependientas todas la
rodean.
Suponemos que
la novia ya está a gusto con los nuevos zapatos y que entraría con buen pie en
la iglesia. ¿Por qué había de casarse
con los pies martirizados?
Hay que suponer que no se entretuvo mucho y que la
anécdota no la olvidarán. Uno pregona a los cuatro vientos algo que no es
frecuente. Esta novia parece que tenía bastante sentido común y el novio buena pasta para casado. Ni más ni
menos que lo lógico.
Lo había olvidado por completo. Pero revisando
montones de folios grapados que guardo
acumulados de mis casi 30 años de Escuela de Adultos, apareció la Revista , con las
tapas un poco ajadas pero por dentro perfecta. Comencé a ojearla
con una especie de temblor y cuando encontré la foto y la pequeña “fabula” que
la acompañaba tonta de mí se me pusieron tiernas hasta las uñas de los pies.
¿Cuántos años, más de cincuenta? ¡Qué guapos y jóvenes éramos! ¡Qué enamorados estábamos! Cuantas ilusiones y cuantos apuros para salir
adelante, pero cuanta decisión y cuanto compromiso y arrojo pusimos para seguir
arrostrando todas las dificultades que la vida nos ponía por delante.
Y triunfamos a base empujar la roca, como el
mítico a Sísifo. Que la roca se caía
montaña abajo, nosotros corríamos tras ella tratando de subirla a la montaña.
Con tantas veces como la vida nos ha hecho caer y nos hemos levantado a base de
coraje y querer vivirla, poniéndole mucha ilusión a la vida.
Y como de aquella vida pasada hemos llegado a esta
situación presente. Creo que sin pasado
no puede haber futuro. Y he aquí las dos caras de la misma moneda. Mi foto
vestida de novia de hace 50 años, y el rostro arrugado pero arrogante que sigue
resistiendo los avatares del presente. Y recordando amorosamente el pasado.
QUIRÓN