Hace años, con mucho esmero y cuidado, guardé en mi
cajita de chapa todos mis utensilios de costura por una temporada. No quise deshacerme de ellos, habían sido
parte de mis juguetes de infancia.
Pasado un tiempo descubrí otra
actividad para mis ratos libres. En mis manos apareció un libro, REQUIEN POR UN
CAMPESINO ESPAÑOL, y ahí empezó mi afición por la lectura. Y detrás de ese
libro fueron sucediendo otros que me hacían pasar ratos agradables.
Por esos días cambié de casa y de
barrio y al abrir la ventana de mi cuarto, mi vista se fijó que enfrente había un ventanal acristalado donde hombres y mujeres
de una edad más o menos como la mía, ponían atención mirando a una profesora
que les explicaba algo en una pizarra, que ya no pude distinguir.
Levanté un poco más la vista y leí:
ESCUELA DE ADULTOS. Dejé la mudanza sin terminar y al día siguiente fui a
informarme y sin ningún problema me admitieron. Empecé mi nueva actividad donde
encontré otra forma de sentirme bien.
Ahora tengo un dilema, me gusta la escuela,
leer, escribir, y disfrutar de las actividades que hacemos. Pero no puedo dejar
que mis agujas y alfileres se oxiden en la caja de chapa.
He pensado poner la caja y las
carpetas del cole en mi mesa de trabajo, y crear un orden para poder disfrutar
de mis actividades, que al igual que lea un libro, al día siguiente pueda hacer
una falda a mi amiga.
VIRPANA
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