lunes, 21 de diciembre de 2015

Una crónica del pasado




Esta crónica del Madrid de 1965, viene recogida en la Revista Siluetas, en las páginas de actualidad del mes de mayo madrileño. Por José M. Naveros. Su contenido: Las verjas del Retiro; Don Ramón Menéndez Pidal; El Real Madrid desahuciado; Los pies de esta novia y microrelatos.

 Las verjas del Retiro, eran noticia porque el nuevo alcalde de Madrid. Carlos Arias, ex Director General de Seguridad y nada más cambiar de Gobernación a regidor de Madrid. Nada menos que ¡La Villa del Oso y del Madroño!, tuvo la alucinante idea: de suprimir las verjas del Retiro y del Botánico. Y saltó la “marimorena” unos que “si” otros que “no” (…).

Don Ramón Menéndez de 96 años salía de su casa. Es  un auténtico sabio, quien elevó al pedestal  al héroe legendario  el “Cid campeador”, guerrero y señor de armas, al que don Ramón había unido a otro Cid espiritual por una fe común que los uniría en la historia.- Polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga…

 El Real Madrid desahuciado Al real Madrid le ha dicho el Supremo por sentencia  irrevocable que tiene que desalojar el inmueble del Frontón de Fiesta Alegre, de la calle Alfonso XI, Nº 6(…)

Los pies de esta novia. El caso es, que yo buscaba esta revista porque sabía, me lo había dicho el fotógrafo cuando nos hizo la fotografía, que saldríamos en esa revista. Como no la encontramos en dos meses ni en Madrid, ni en Carabanchel bajo, donde vivíamos, pensábamos que el chaval  de la cámara  nos había tomado el pelo con aquello de la revista, ya que la foto la mandó por correo, así que la teníamos, pero aquello de salir en una revista no era “moco de pavo” para unos recién casados y la buscamos con mucha ilusión, salir en la Revista y podernos ver así reflejados y presumir de tal milagro era todo un mundo.

 Haber tenido la suerte de “chiripa” al pararnos tras la boda en la iglesia del barrio, llevábamos el ramo de novia a la iglesia de  Carabanchel y pasamos por  la calle de la Montera, donde me esperaban mis compañeras de trabajo para darles un último adiós de soltera. Me lo pidieron-  y se  lo había prometido, pero vestida de novia ¡He! y así lo hicimos. El cochazo negro de alquiler se paró ante el edificio de ocho plantas de Segarra y del coche salió una pareja de recién casados  que se metieron en la tienda. Fuimos rodeados de inmediato por el griterío bullicioso de mis compañeras, pero un joven se metió en medio y con su cámara en ristre se dispuso a disparar. Jose se puso delante y le dijo que no queríamos más fotos. Ya nos hemos gastado mucho dinero, farfulló con cara de pocos amigos ¡ni una foto más! Entonces el joven nos dijo que aquellas fotos eran para una revista y que no nos costarían nada ¿seguro? Pregunté. Se lo prometo y para que vean les mandaré a su domicilio la foto elegida y  así fue, la foto la teníamos en casa.

Pero una excursión en moto al Escorial en el mes de mayo admirando el monasterio y paseando por sus callejuelas y soportales nos tenía obnubilados, boquiabiertos entre  magnolios y parterres floridos. Por fin  agotados de tanto subir y bajar cuestas nos sentamos a tomar una caña a secas, porque allí no dan ni una aceituna si no la pagas, y como estábamos a dos velas pues chitón,  estábamos saboreando la cerveza, la excursión, nuestra mutua compañía, la alegría lógica de unos recién casados gozando de ellos mismos, pero mis ojos no paraban  no tenía ni un segundo de quietud fisgando y fueron a caer en un kiosco de periódicos en la esquina con la plaza. Jose me vio y dijo ¡qué! pero yo ya me había levantado y le dije que me esperara. Fue como un imán.  Ponía Silueta  era una revista con estilo y en la portada, una bonita modelo morenita de cabello,  con un vestido verde de verano. La ojeé,  y en la página 41 encontré lo que buscaba con tanto ahínco.

Compre la revista y volví radiante de emoción a la mesa, se la entregue a Jose y juntos contemplamos muy contentos, cómo muchos madrileños que nos conocían nos verían asombrados en una revista de prensa. Como  si fuéramos tan famosos como don Ramón Menéndez, las verjas del Retiro, o Pétula Clark, la gran cantante de entonces que ocupa la otra página .
  
 Allí  estábamos: la foto, con mis compañeras rodeándonos y nosotros sentados, como si me estuviese probando zapatos. Era únicamente una pose para Siluetas. Nada que ver con la realidad para los demás. Para mí, una fecha, y una foto únicas que recuerdan una gran época de mi vida pasada.

El novio es de buena pasta y sonríe (foto Denis)               Crónica y foto de 23 -3 1965

Denis nuestro fotógrafo estaba allí. Y no porque le llamaran. Ni mucho menos. Él tiene olfato de perro o imán en su cámara. A la novia le hacían daño los zapatos y ni corta ni perezosa entró en una zapatería a cambiárselos. El novio la mira como divirtiéndose y las dependientas todas la rodean.

Suponemos  que la novia ya está a gusto con los nuevos zapatos y que entraría con buen pie en la iglesia. ¿Por qué había de casarse  con los pies martirizados?

Hay que suponer que no se entretuvo mucho y que la anécdota no la olvidarán. Uno pregona a los cuatro vientos algo que no es frecuente. Esta novia parece que tenía bastante sentido común  y el novio buena pasta para casado. Ni más ni menos que lo lógico.

Lo había olvidado por completo. Pero revisando montones de  folios grapados que guardo acumulados de mis casi 30 años de Escuela de Adultos, apareció la Revista, con las tapas  un poco ajadas  pero por dentro perfecta. Comencé a ojearla con una especie de temblor y cuando encontré la foto y la pequeña “fabula” que la acompañaba tonta de mí se me pusieron tiernas hasta las uñas de los pies. ¿Cuántos años, más de cincuenta? ¡Qué guapos y jóvenes éramos!   ¡Qué enamorados estábamos! Cuantas  ilusiones y cuantos apuros para salir adelante, pero cuanta decisión y cuanto compromiso y arrojo pusimos para seguir arrostrando todas las dificultades que la vida nos ponía por delante.

 Y  triunfamos a base empujar la roca, como el mítico a Sísifo. Que la roca  se caía montaña abajo, nosotros corríamos tras ella tratando de subirla a la montaña. Con tantas veces como la vida nos ha hecho caer y nos hemos levantado a base de coraje y querer vivirla, poniéndole mucha ilusión a la vida.

Y como de aquella vida pasada hemos llegado a esta situación presente. Creo que sin  pasado no puede haber futuro. Y he aquí las dos caras de la misma moneda. Mi foto vestida de novia de hace 50 años, y el rostro arrugado pero arrogante que sigue resistiendo los avatares del presente. Y recordando amorosamente el pasado. 
               

QUIRÓN


No hay comentarios:

Publicar un comentario