Deambulaba en la calleja en el ocaso
con
el moco de aquel plajo tiritando,
y
la brisa de la tarde refrescaba
en
las narpias que lloraban paseando.
El
chapiri le talaba la sesera,
la
levita le cubría por la espalda,
los
zahones le cubrían la musiera,
y
unos calcos los pinrreles le calzaba.
Una
faja en la cintura le servía
“pa”
llevar el cuarterón con el librito,
y
un sobrerito de fieltro
le
servía en las fuentes de vasito.
Y
unos botos fabricados de ternera,
y
un cayado de vara de roble,
siendo
experto con la puesta de la Luna
y
un corazón grande y noble.
Fue
herrador, también herrero,
mancornador
y alabardero,
matarife
y capador,
cestero
y apaleador,
fue
palero y colchonero,
pellejero
y arriero.
Esquilador,
tinajero,
Tejero
y picapedrero,
Fue
marchante y peletero,
Fue
resinero y gañán,
Fue
vaquero y fue porquero.
Mas
al llegar a la fiesta
en
el medio de la plaza,
era
el señor más querido
de
todos los de su raza,
porque
su sabiduría
y
su destreza en la vida,
eran
como el pan reciente,
esa
cosa tan querida.
Trotamundos
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