jueves, 28 de enero de 2016

En el parque








      Ayer estaba en el parque de las flores. Observé cómo en el caballito balancín un niño se balanceaba, y al lado estaba su mamá, una señora rellenita, de pelo muy negro, con un busto muy prominente. Unos pasos más adelante, en los columpios dos niñas se balanceaban. Morenas de color y unos tirabuzones muy bien colocados sobre sus cabezas. En el tobogán, otro niño muy rubio se hacía señas con los niños de al lado, para que unos y otros se deslizaran por la rampa. Era curioso ver cómo se entendían y se reían. Eso me llamó la atención, porque el rubio era chino y se cruzaban palabras que ninguno comprendía, pero se lo pasaban chupi. Por mi parte, yo pensé durante un buen rato: El niño es chino, el otro será sudamericano, otro europeo, pero a la hora de jugar, todos se entienden.

       Qué bueno sería que los mayores no estuviéramos resentidos con los que no conocemos. Pero, también es cierto, que no todos los que tenemos a nuestro alrededor nos dan la suficiente confianza para depositar en ellos la nuestra.

       En estas fechas, en las calles de nuestro pueblo hemos visto una oleada de personas extranjeras pidiendo. Pedir no es robar, pero que en el mismo rato tres personas te pidan para el mismo fin, hace pensar que todo está preparado y que podríamos pensar, que detrás hay alguien que les induce a tal fin. Por este motivo, a las personas que piden por necesidad, puede que no se les entregue lo que por otra parte se podría dar, y así, pagan los pobres por los pecadores.

Trotamundos

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