sábado, 28 de noviembre de 2015

Sin palabras





                Me he sentado frente a la mesa de trabajo dispuesta a tomar el cuadernillo que descansa sobre ella, y al abrirlo, ante mis ojos ha aparecido la blanca hoja de papel. Es como una amiga inseparable que deja que deslice sobre ella mis pensamientos. No tiene líneas que me obliguen a escribir en una dirección, ni tampoco cuadros para encerrar las palabras. Está abierta a la libertad del pensamiento. En silencio percibe el movimiento del bolígrafo que va dejando  una estela de signos húmedos que refrescan su seco cuerpo de ahora, lleno de savia en otro tiempo. Después, cuando ya no percibe roce alguno, me devuelve las palabras escritas para que con mi voz la hable y le haga comprender lo que encierran cada una de ellas.

            Después de unos minutos de silencio,  retomo la escritura. Sobre la hoja de papel las palabras odio y venganza se han teñido de negro, y una interrogante se dibuja en ella. ¿Por qué el odio y la venganza han nacido entre vosotros? La pregunta surgía de la hoja de papel, quien se rebelaba  ante el horror que se desprendía de aquellas palabras. Ella había tomado forma queriendo comprender lo que no era comprensible. Durante unos instantes me quedé  pensando cómo explicarle la estela de muertes, que a su paso van dejando  aquellos que practican la violencia contra quienes no piensan como ellos. Sin saber por qué, me puse en pie. Sentía la necesidad de tomarme un tiempo para coordinar las  ideas. Sin dudarlo me encaminé en dirección a la ventana, y al abrirla una ráfaga de viento se coló dentro de la habitación. Aspiré profundamente, necesitaba sentir el aire fresco en mi cara, mirar las hojas amarillentas de los árboles, que hablaban del otoño. Sin cerrar la ventana, me dirigí de nuevo a la mesa tomando de nuevo el bolígrafo, pero este permanecía en silencio. Sobre la hoja de papel se dibujaba un círculo humedecido, era como si  una lágrima quisiera cubrir a aquellos, que sin querer, se habían cruzado con quienes  justificaban sin justificación sus terribles acciones.

Mi cuadernillo y yo nos habíamos quedado sin palabras…

I R I S


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